sábado, 1 de noviembre de 2008

Capítulo 2 Parte 9 - Compañía Mágica

Regresé a casa todavía con la conversación con Alexandro retumbando en mi cabeza, abrí la puerta y encontré a Neus charlando con Joan en el salón y planeando contratar un par de técnicos para que nos echaran una mano con las luces y el sonido en las funciones de teatro, les saludé vagamente y me dirigí a mi habitación, ese día no trabajábamos porque era festivo y decidí aprovechar todo mi tiempo libre en leer el libro de magia para poder estar preparada y hacer el ritual antes del Lunes siguiente y protegerme así de la posible trampa que Alexandro pudiera estarme tendiendo.

El libro explicaba que para contar con un gran poder mágico lo ideal era hacer los rituales en Luna llena, pero que se podían hacer en cualquiera de las fases de la Luna dependiendo del tipo de ritual que se quisiera realizar, si era un ritual para que algo llegara o aumentara en nuestra vida lo ideal era hacerlo en una noche de Luna llena o Luna creciente y si lo que se quería era evitar algo o hacer que algo desapareciera de nuestra vida lo ideal entonces era la Luna nueva o menguante. Cogí el ordenador y consulté en internet el calendario Lunar para ver que Luna me depararía para esa semana y descubrí para mi sorpresa que habría para los próximos días Luna menguante, así que lo que tenía que hacer era preparar un ritual para evitar el mal y hacer que desapareciera el peligro de mi alrededor.

Contaba con pocos días para prepararme, tenía que hacer primero el ritual de iniciación en la magia y consagración de los elementos, y entonces a partir de allí ya podría hacer el ritual de protección que necesitaba para poderme enfrentar con Alexandro en su propio terreno.

Apuré la lectura y ya había leído todo lo relativo a la iniciación para la hora de la cena, creo que nunca en mi vida había leído un libro con tal avidez y tal rapidez, necesitaba protección y si esto no me funcionaba tendría que buscar ayuda de un experto.

La hora de la cena fué bastante divertida, estábamos todos los miembros del grupo en mi casa que habían ido llegando poco a poco durante la tarde y aunque la mayoría no pararon de quejarse por la resaca que tenían de la fiesta anterior, no faltaron las risas y los planes a futuro para el grupo, entre los que se contaba con contratar un par de técnicos para el sonido y las luces. Carolina aprovechó la oportunidad para contar en público que yo había recibido rosas ese mismo día, y todos estuvieron un buen rato preguntándome acerca del galante caballero y que cuando lo presentaría en público, según ellos a mi nuevo novio.
Yo intenté hablar de otras cosas e ignorar las bromas de Carlos que a veces con su intención de ser el bufón del grupo se pasaba un poco de la raya y me dediqué a disfrutar de la compañía y el descanso porque al día siguiente teníamos ensayos y funciones durante la noche.
Carolina estaba resfriada y había gastado ya un regimiento de kleenex que se agolpaban en la papelera del baño, y cuando ya la rojez y sequedad de su nariz no soportaba el relieve del papel de váter, acudió a mi para que le dejara unos kleenex y pasar el mal rato. Le dije que los cogiera de mi habitación, del cajón de la mesita de noche y seguí en el salón riéndome con mis amigos e intentando despedirme pronto de ellos para poder seguir leyendo el libro de magia y conseguir acabar de leerlo esa misma noche.

Carolina me llamó desde mi habitación, creí que no era capaz de encontrar los kleenex y acudí a su llamada en el fondo del pasillo.
-En el cajón de la mesita seguro que los dejé- le dije sin más importancia, pero me quedé de piedra cuando vi que tenía mi libro de magia en su mano.
-¿Qué es esto?- me miró con curiosidad y entonces yo sabía que no tenía escapatoria.
-Es un libro- intenté salirme por la tangente.
-Ya sé que es un libro tonta, ¿como es que estás leyendo magia y no me has dicho nada?- me acorraló.
-Bueno..... mmm... lo ví en la librería y me causó curiosidad- intenté quitarle importancia al tema.
-Bien, pues si haces un ritual yo quiero hacerlo contigo- sentenció.

No sabía que contestar a eso, no podía decirle que quería protegerme del hombre que me enviaba flores y que podía ser peligroso para ambas, así que le dije que teníamos que empezar por un ritual de iniciación antes de poder pedir cualquier otra cosa en un ritual y que yo en realidad no sabía que iba a pedir.

-Bien, pues hacemos la iniciación juntas y luego ya veremos que pedimos-volvió a sentenciar.
-Es que yo quería hacer la iniciación mañana, después de la función- intenté escaquearme.
-Pues dime que necesito y que tengo que hacer y te acompaño- no cedía ni un milímetro.
-Está bien- tuve que ceder yo y volvimos al salón.

Yo estaba desarmada, ahora tener que hacer el ritual con Carolina me suponía una traba con la que no contaba, yo era una aprendiz y ella no se había leído el libro, esto podría llegar a salir realmente mal y ya no tenía forma de repararlo.
Ya sin ganas de seguir charlando, me despedí de todos y me fuí a mi habitación, me cepillé los dientes, me puse el pijama y me metí entre el edredón con el libro en la mano. Encendí la luz de la mesita de noche y me puse a leer con ansiedad.

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