miércoles, 5 de noviembre de 2008

Capítulo 3 Parte 2 - La Visita

A la mañana siguiente cuando desperté me sentía aún cansada, remoloneaba y me resistía a levantarme de la cama, pensaba en todo lo que había hecho esa semana, pensaba en La fiesta de Halloween que había sido a mitad de semana y parecía como si hubiese pasado un siglo, desde entonces apenas si había parado para descansar: había comprado el libro y los utensilios en el día festivo que tuvimos que cundió de lo lindo, pues tuve la suerte de que las tiendas y comercios abrieran en ese día . Si no estuviese citada con Alexandro y si no me hubiese precipitado cuando Carolina descubrió mi libro, habría tenido un poco más de margen para hacer los rituales, pero ahora ya no había vuelta atrás. Vaya semanita más movidita!

Ya no tenía más tiempo, fuera como fuera tenía que hacer el último ritual el fin de semana y aún no me había acabado de leer el libro, eso me preocupaba. En otras circunstancias lo habría leído entero antes de hacer cualquier ritual o incluso habría leído otros libros más avanzados a posteriori para estar más documentada, pero en esta ocasión el peligro me pilló desprevenida y tenía que ir a contra reloj para cumplir con mi objetivo.

Después de la iniciación en la magia la noche anterior con Carolina, ya tenía hecho la mitad del trabajo, ahora sólo tenía que mantener alejada a Carolina para ese segundo ritual que sólo me concernía a mi y tener toda la teoría del libro lo máximo asimilada posible.

Me levanté con tranquilidad después de ordenar mis pensamientos, leí todo lo que pude del libro especialmente lo concerniente a hechizos mágicos, no desayuné, me duché y vestí para estar preparada para los ensayos, comí una apetitosa pechuga de pollo con puré de patatas y me fuí tranquilamente en mi coche al teatro mientras escuchaba en mi mp3 la banda sonora de Matrix.

Nada podía salirme mal, tenía poco tiempo y yo estaba aprovechando cada minuto como si fuera de goma para estirarlo hasta lo máximo que fuera posible.

Apuré un cigarrillo antes de salir del coche que dejé aparcado a unas pocas manzanas del teatro, cogí mi mochila y caminé con tranquilidad hacia el teatro mientras sentía la ansiedad que cabalgaba por mi cuerpo cuando pensaba en Alexandro y en las ganas que tenía de verle a pesar del peligro que eso suponía para mí.

Cuando estuve dentro del teatro me sorprendió el jolgorio en el que estaba sumido todo el grupo, se reían y gritaban emocionados por algo que a mi no me causaría tanta felicidad. Xavier había venido a visitarnos.

Estaba en el escenario abrazando a todos y diciéndoles lo mucho que le alegraba haber vuelto. Mi corazón dió un vuelco, no sólo porque él me gustaba y lo había echado de menos, sino porque temía que volviera a estar en peligro cuando Alexandro descubriera que él estaba aquí.

Cuando me vió lanzó un grito de exclamación y corrió a abrazarme, yo le correspondí al abrazo y estuvimos hablando de lo mucho que había ocurrido desde que se marchara a Barcelona. Su intención era quedarse en Madrid, estaba buscando una habitación de alquiler y estaba decidido a echarnos una mano con la obra como técnico y que quizás para una obra futura podría reintegrarse como actor. Parecía tenerlo todo muy claro y el suceso de su supuesto suicidio más que olvidado.

Estaba desconcertada, nerviosa y preocupada. Joan se ofreció a dejarle quedar en su piso hasta que encontrara un lugar donde vivir y no paraba de repetir que nos había caído como anillo al dedo ahora que pensábamos contratar un par de técnicos.

Los ensayos estaban flojos, por lo menos por mi parte que no conseguía concentrarme teniendo a Xavier tan cerca, todos pensaban que me estaba resfriando o que no me encontraba bien por la cara desencajada que tenía esa tarde, pero es que no paraba de pensar que Xavier estaría de nuevo en peligro y que todo de alguna manera u otra tenía algo que ver conmigo.
Las funciones salieron mediocres, al parecer mi desconcentración afectó de alguna manera al resto del equipo y aunque yo intentaba ignorar mi preocupación no conseguía controlarme, por lo menos ellos notaban que algo me pasaba aunque yo hiciera esfuerzos sobrehumanos por disimular de la mejor manera.

Cuando salimos del teatro Xavier insistió en llevarme a cenar, le dí mil negativas y mil excusas para poder llegar a casa y continuar con la lectura, pero Xavier estaba tan empeñado en que saliera con él esa noche que no había manera de que aceptara un no por respuesta.
Tuve que ceder.

Fuimos a un restaurante italiano del centro de la ciudad que tenía fama de hacer las mejores pizzas de Madrid, yo me pedí una pizza de salami y Xavier una pizza hawaiana, nunca le había visto tan hablador pues siempre había sido el callado del grupo, pero esa noche parloteaba sin descanso y bailaba constantemente de un tema a otro.

Cuando salimos del restaurante cogí mi coche y le llevé al piso de Joan, Carlos y Berta y cuando nos despedimos me dijo que me había echado mucho de menos cuando estuvo en Barcelona y que si había vuelto a Madrid en gran parte era para estar conmigo.

Encendí mi coche y corrí como una loca para llegar pronto a casa, si me pillaba la policía seguro que me podía caer una buena multa pero no me importaba, lo más importante era llegar a casa para leer y prepararme para salvar mi vida el próximo Lunes, fumaba como una desquiciada cigarro tras cigarro y encendí el mp3 con música chill out para intentar calmarme un poco y apaciguar la tormenta que se desarrollaba en mi interior.
Ahora que Xavier estaba aquí se complicaban las cosas y más ahora que parecía que venía dispuesto a iniciar una relación sentimental conmigo.

Después de dejar mi coche en el lugar de siempre, subí a mi piso y me encerré en mi habitación a leer todo lo que pudiera del libro de magia, estuve leyendo hasta la madrugada, pero si sobrevivía el Lunes ya tendría tiempo para dormir después.


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