sábado, 1 de noviembre de 2008

Capítulo 2 Parte 8 - Frente a Frente

Todavía seguía recostado contra la pared, iba vestido de negro y tenía un gorrito de invierno que hacía que su preciosa cara se enmarcara con los mechones de pelo liso que salían desde el fondo de la lana del gorro para cubrir su cuello y sus hombros.

-Qué quieres?- mascullé temblorosa.
-Ya te lo he dicho, hablar contigo- hizo un gesto con la mano señalando el fondo de la calle - ¿vamos al bar de la esquina y tomamos una copa?
-Está bien- contesté preocupada.

Caminamos en silencio hasta la entrada del bar y luego nos dirigimos al fondo buscando la mesa más discreta y el rincón más privado para hablar con tranquilidad.
Se acercó el camarero y nos preguntó que queríamos beber, Alexandro pidió una copa de vino tinto y yo le imité en el gesto de no mostrarle demasiados nervios por mi parte.
El camarero se alejó y nos dejó allí frente a frente.

-No me has dado las gracias por las flores- inquirió cínicamente.
No sabía que responderle a aquello -¿Eran un regalo amistoso?- arqueé las cejas de forma irónica -no se como tomarme tus mensajitos, parecen una amenaza.
Echó a reír como si lo que yo había dicho le pareciera una tontería, -¿Crees que quiero amenazarte? pensé que te gustaba jugar- y sonrió tiernamente como intentando tranquilizarme.
-Púes no sé a que estas jugando tú, pero desde luego yo no entiendo las reglas de tu juego- le dije muy seria y en tono firme para intentar encauzar la conversación hacía un terreno más profundo y poder hacer las preguntas que tenía formuladas en mi mente.

Llegó el camarero con las copas de vino y nos miró inquisidoramente como si se notara desde lejos la tensión que había entre nosotros, las dejó sobre la mesa y se marchó lentamente como intentando escuchar retazos de nuestra conversación.
-¿Me vas a explicar lo que está pasando?- le encaré directamente y fuí al grano.
-¿A que te refieres exactamente?- con su dedo índice rodeaba el borde de la copa -. Supongo que hay varios temas de los que podemos hablar.
-¿Qué le hiciste a la chica de la fiesta?- le ataqué sin vacilación.
-Nada, ella se lo hizo todo solita- hizo una mueca de disgusto.
-¿Porqué tienes sangre embotellada en tu casa?- seguí directa, intentando conseguir alguna pista que me aclarara todo aquello.
-A eso he venido, a decirte que si quieres una explicación al respecto tendrás que venir a mi casa y te lo enseñaré yo mismo- sonrió de nuevo para no alarmarme con la invitación, - Aunque no deberías estar husmeando en las casas ajenas, eso no es propio de una señorita como tú.

Bebí el vino de un sólo trago y dejé la copa vacía, tragué saliva y me encendí un cigarrillo.
-Estas loco si crees que voy a ir a tu casa- le grité agitada- me harás a mi lo mismo que le has hecho a esas chicas y a Xavier.
-¿No crees que si quisiera hacerte algo malo ya te lo habría hecho?- gruñó- lo único que me apetece es estar contigo.
-No me das respuestas, me contestas con rodeos y yo necesito saber lo que está pasando- le exigí nuevamente.
El dejó de juguetear con la copa y también bebió el vino de un trago, suspiró pausadamente y me miró fijamente, una mirada tan intensa que consiguió que cada uno de los pelos de mi cuerpo se erizara dejando mi piel de gallina y mis nervios desbordados.
-Te daré respuestas, pero has de venir a mi casa- se limitó a decir.
Mi cabeza empezó a procesar pensamientos como si de una locomotora se tratase, tenía ganas de volver a estar a solas con él, de ver su bella casa y compartir una agradable velada con un hombre que parecía sacado de un cuento de hadas, pero no me fiaba de él y sabía que sería peligroso para mí.
-Puedes avisar a Carolina de dónde estarás, así estarás tranquila porque sabrás que si te pasara algo ella estaría enterada y podría venir a buscarte, es un seguro para ti, una garantía de que no te voy a hacer nada porque vendrían a por mí directamente- parecía leer mis pensamientos- ¿No crees que es una buena idea?
-¿Cómo sabes quién es Carolina? ¿Me vas siguiendo por la vida o que te pasa?- resoplé- Estás loco y si aviso a Carolina ella también podría estar en peligro- mascullé iracunda.
-Púes llama a cualquier otro amigo, envía un email a la Policía diciendo que si desapareces que vengan a buscarme, deja una carta en tu habitación, cualquier cosa que a ti te haga sentir segura, pero te prometo que no te haré nada malo- ladeó la cabeza y me miró con ojos suplicantes, como intentando ablandarme con su mejor expresión de persuasión.
-Está bien, avisaré a alguien pero no te diré a quién para mantenerle a salvo, dime cuando quieres que vaya- me rendí finalmente.
-Te recojo el Lunes a las 8 de la noche, así no tienes excusa por la obra de teatro, ese día descansáis- parecía tenerlo todo fríamente calculado -Echo de menos tus besos.
-Hablando de besos- le miré directamente a los ojos- No se te ocurra irme besando así como así, yo no te pertenezco, se acabaron los besos, ¿de acuerdo?
Se levantó de la silla y dejó diez euros sobre la mesa- No prometo nada- Y dirigiéndose hacia la puerta hizo un gesto de lanzarme un beso con las mano, me guiño el ojo y cruzó la puerta sin más despedidas ni más preámbulos.

Mi corazón se encargaba de recordarme lo mucho que me gustaba ese misterioso hombre, aunque le había dicho que no volviera a besarme, no había nada que deseara más que volver a sentir sus suaves labios sobre los míos, sus brazos rodeando mi cintura, su pasión atrapándome como un tigre a su presa y su voz aterciopelada susurrándome en la oreja. Sabía que era peligroso, pero eso ejercía también una fuerte atracción sobre mí, iría a su casa y probablemente descubriría su secreto o tal vez cayera en su trampa.

---

No hay comentarios:

Rojo con Sangre - Conociendo a los Vampiros

Crónicas.