lunes, 27 de octubre de 2008

Capítulo 2 Parte 7 - Productos Mágicos

Volví a mi casa lo más rápido que pude, esa tarde no tenía ensayo con el grupo de teatro y quería ojear el libro en la tranquilidad de mi habitación.
Cuando entré en la cocina para intentar darle algo nutritivo a mi estómago cerrado, encontré a Carolina sentada en la mesa del comedor con un café humeante y con una sonrisa maliciosa en la cara, tenía un sobre en la mano y a su lado reposaba un precioso ramo de rosas rojas que imaginé que eran suyas, hasta que ella dijo :
- Bueno, ¿Abres el sobre o que? tengo curiosidad - y un frío congelante recorrió mi cuerpo cuando intuí que pudieran ser de Alexandro.
Abrí el sobre y con temor comprobé su contenido, era un pentáculo.

Le dije a Carolina que necesitaba estar sola y me fuí casi que corriendo a mi habitación, ella vino a mi puerta e insistía en entrar y hablar conmigo, y aunque le prometí que hablaríamos más tarde, le rogué que me dejara sola que necesitaba aclarar mis ideas.

Alexandro tenía que haberme estado siguiendo, él sabía que había estado en esa librería y me había vuelto a dejar uno de sus mensajes enigmáticos. Abrí el libro y empecé a leer con voracidad, la verdad es que estaba todo bastante claro y he de reconocer que el tema de la magia despertó un interés especial en mí aparte de la necesidad de protegerme.

El libro explicaba que antes de hacer cualquier ritual era necesario hacer una iniciación y enumeraba una lista larga de objetos que necesitaría para montarme un altar y poder empezar con mi cometido. Necesitaría velas, incienso, una varita, un cáliz, una daga, gemas y un símbolo protector que era un pentáculo, y entonces comprendí porque se llamaba así la tienda y lo que significaba ese símbolo para la magia.

Los productos eran todos fácilmente conseguibles a un buen precio en un bazar chino y el pentáculo podría dibujarlo yo misma porque no pensaba utilizar el que me había enviado Alexandro junto con las flores.

Después de leer unos cuantos capítulos más del libro, decidí aprovechar lo que quedaba de tarde y salir a la caza de los productos mágicos.

Aproveché un momento en que Carolina estaba en el baño para salir del piso con sigilo, porque si me la cruzaba de nuevo y me pillaba desprevenida no conseguiría escaparme sin tener que darle unas buenas explicaciones.

Me urgía empezar cuanto antes con el ritual, estaba muy asustada y quería protegerme. Entré en el bazar chino y cogí un canasto, quería abastecerme lo máximo posible de los productos necesarios y empecé por las velas de colores y el incienso de jazmín y de sándalo. Cogí una copa verde oscura que podía hacer perfectamente las veces de cáliz y un cuchillo chino con un mango tallado con dibujos de dragones que podía servirme como daga. Me dí cuenta que tendría que volver al supermercado mágico porque aquí no podía abastecerme de todo, me faltaban las gemas, la varita y algún otro objeto que no podía fabricarme yo misma.

Ya era muy tarde para regresar a la librería-Supermercado y pensé en dejarlo para el día siguiente por la mañana.

Pagué los productos y al salir del bazar chino me encendí un cigarrillo, urgué en mi bolso para buscar las llaves del portal de mi edificio y justo cuando miré hacia la puerta para buscar la cerradura, encontré a Alexandro apoyado contra la pared contigua con expresión seria y misteriosa, no sabía si debía salir corriendo o enfrentarle, pero él se adelantó:

-Esta vez tenemos que hablar Susana- susurró y yo asentí como una tonta.

---

Capítulo 2 Parte 6 - La Librería

Esa noche tuve sueños revueltos. Soñé que Alexandro me miraba desde el fondo de un pasillo en penumbra y que se reía insistentemente, yo le llamaba y le rogaba que parara de reír pero él se reía más estridentemente y se cubría con una capa negra hasta desaparecer en medio de la oscuridad. Seguía escuchando su risa y yo empezaba a correr por el pasillo para intentar alcanzarle, mi corazón latía como un caballo desbocado y las lágrimas bajaban calientes por mis mejillas sin descanso. El vestido largo me impedía correr con agilidad y tenía que levantarlo para mover los pies más libremente y más rápido, de repente sentí que algo caliente bajaba por mis piernas, me detuve en seco con la negra espectativa de que pudiera ser algún bicho bizcoso que me hubiese atacado, pero era sangre que teñía mis piernas de rojo, sangre que salía de mis muñecas como un aspersor y bañaba mi cuerpo como si estuviera duchándome con mi propia sangre. Desperté agitada y aún me latía deprisa el corazón después de aquella pesadilla.

Me senté en la cama y mi cabeza me recordaba con un inmenso dolor que me había pasado un poco con la ingesta de vino en la noche anterior. La resaca era monumental y la sensación de angustia punzante.
Me levanté y me dirigí a la cocina, miré el reloj: las 11 horas. Me tomé un café negro, era lo único que mi estómago aceptaba y repudié los cigarrillos porque tenía la boca pastosa.

Me dí una ducha y después de acicalarme lo mejor que pude y tapar mis ojeras con un poco de maquillaje, miré en el ordenador, en las páginas amarillas, librerías en Madrid especializadas en temas esotéricos, tomé unas cuantas direcciones y me lancé presta en mi búsqueda de conocimiento mágico para repeler un poco el miedo que me invadía.

Decidí dejar mi coche en el aparcamiento y utilizar el metro, caminar y tomar el aire para recuperar un poco la salud que había dejado escapar con la fiesta del día anterior.

La primera librería era enorme, era la primera que salía en las páginas amarillas y más que una librería parecía un supermercado de productos esotéricos, tenía una sección de libros pero además tenía una sección sólo para las barajas de tarot, una sección para los productos de adivinación, otra para velas e inciensos y otra para toda una variedad de artilugios como gemas de distintas clases, péndulos, varitas mágicas, dagas, cáliz, amuletos con diferentes simbologías y hasta joyas con grabados rúnicos y celtas.
El lugar me encantó por lo enorme que era y la variedad que tenía y aunque los precios eran desorbitados decidí echar igualmente un vistazo a la librería para ver si podía sacar algo en claro.

Habían libros de magia, de runas, de tarot, de rituales, de teorías varias sobre la reencarnación y las vidas pasadas y un montón de temas religiosos y esotéricos que yo no alcanzaba a comprender. Me sentí aturdida ante tanta información y abrumada porque no sabía que era lo que tenía que hacer. Decidí echar un vistazo a un par de librerías más para contrastar impresiones y entonces ya vería como solucionar mi atasco mental.

Me dirigí pues a la siguiente librería que tenía apuntada en mi lista, y no sé porqué sentí una especial curiosidad cuando vi que se llamaba : El Pentáculo. Al leer el nombre lo primero que se me vino a la cabeza eran aquellas aburridas clases de matemáticas del instituto y me preguntaba que relación podría tener una librería esotérica con las matemáticas.

Después de dar unas cuantas vueltas por el barrio y preguntar a varias personas del lugar, encontré la librería, mi desorientación solía jugarme malas pasadas y solía perderme con bastante frecuencia. La librería tenía una puerta negra y discreta, el rótulo era pequeño y para leerlo con facilidad se tenía que mirar por lo menos a una distancia de unos 3 metros, la puerta estaba cerrada y había que llamar a un timbre para poder acceder al interior.
Llamé al timbre y después de que la puerta se abriera me introduje en un mundo que parecía fuera de este mundo, un lugar oscuro iluminado con unas cuantas lámparas naranja oscuro y estanterías antiguas con libros perfectamente apilados y ordenados. No habían artilugios ni objetos mágicos, sólo libros.

El mostrador estaba al fondo y podía ver a lo lejos la silueta de una delgada mujer que lo aguardaba. Empecé a mirar libros y continuaba tan perdida como en la librería anterior, habían libros de magia, de santería cubana, de adivinación... un repertorio parecido a lo que ya había visto y empecé a pensar que estaba perdiendo el tiempo. Noté una mano delicada que tocó mi brazo y cuando me giré para ver quién reclamaba mi atención, tuve que esperar unos segundos para emitir algún sonido porque mis pensamientos me tenían colapsada. La mujer parecía una virgen inmaculada, una ninfa que se acercaba para iluminarme con mi búsqueda y me costaba creer que alguien pudiera ser tan hermoso. Era grácil y delgada, blanca como el algodón y delicada en sus facciones, con unos ojos azules cristalinos y un cabello largo y ondulado que cubría toda su espalda y un palmo de sus caderas, llevaba una túnica blanca y pulseras que brillaban sutilmente a la tenue luz de las lámparas.

¿Si? Le dije cuando por fin pude reaccionar, y ella me dijo que si necesitaba ayuda estaría encantada en guiarme. Le expliqué que buscaba algo para protegerme de alguien, que era nueva en todo el tema del ocultismo y que no sabía como empezar.
Ella me recomendó un libro de magia celta, según ella bastante básico, que me daría las nociones necesarias para conseguir hacer un ritual de protección y que según ella creía era el tipo de magia perfecta para mí.

Obedecí sin rechistar y adquirí el libro, ella parecía leer mis pensamientos y me aseguró que era magia blanca y que no me haría ningún daño en absoluto.

sábado, 25 de octubre de 2008

Capítulo 2 Parte 5 - Conjeturas

Esa noche no pude dormir. No sólo por tanto pensar en los sucesos misteriosos de la fiesta, sino porque no paré de vomitar repetidamente por la taja tan tremenda que había pillado con tanto vino y cigarros. Aunque no creo que lo único que me hiciera vomitar fuera el vino, vomitaba cada que pensaba en que Alexandro tenía algo que ver con los cortes de la joven.

¿Porqué cada que aparecía Alexandro alguien resultaba herido? Recordé que en la noche que conocí a Alexandro una joven se había cortado por un supuesto accidente con un cuchillo en la fiesta que celebró en su casa, todo porque pretendía cortar un hilo que colgaba de su vestido. Y que decir del supuesto intento de suicidio de Xavier, la noche del estreno de la obra en la que Alexandro apareció misteriosamente y desapareció de entre el público? .... Y ahora esto.

Parecía que todos los incidentes estaban relacionados, por lo menos todos ellos tenían en común que alguien se autolesionaba con cortes y Alexandro siempre estaba presente.
¿Acaso rellena las botellas que tiene en su bodega con la sangre de la gente que induce a cortarse? ¡No podía ser! ¿Cómo puede conseguir alguien que otro se corte y ponga en peligro su vida?
Además, si las botellas fueran la sangre de las víctimas, media ciudad estaría con cicatrices porque la bodega de Alexandro era demasiado grande como para llenarla con la sangre de unos cuantos cortes. No tenía sentido.... nada de todo aquello tenía sentido.

Si Alexandro podía hacer que alguien se autolesionara, ¿porqué no lo había hecho conmigo?

Sabía que Alexandro volvería a aparecer y yo tendría la oportunidad de aclarar todo aquello. O eso, o ir a su casa y enfrentarle cara a cara, aunque quizás eso sería lo mismo que meterme en la boca del lobo.

Otra opción sería llamar a la policía, pero si Alexandro tenía alguna lógica explicación para justificar su bodega, yo quedaría como una estúpida y aparte de la bodega no tenía pruebas para demostrar que Alexandro tenía algo que ver con los cortes de las personas que se habían autolesionado.

Después de que mi estómago se deshizo del poco vino que quedaba en mi aparato digestivo y después de beber agua como si la vida me fuera en ello, me quité el enorme vestido que aún conservaba puesto y me puse el pijama para sentirme un poco más cómoda.

Deshice mi peinado, me quité las joyas de fantasía y lavé mi cara con abundante agua para retirarme el maquillaje, lavé mis dientes y me metí en la cama no sin dejar de darle vueltas a todas mis conjeturas una y otra vez. Tenía que parar de pensar tanto en todo aquello porque sentía que me iba a volver loca.

Pensé que quizás debería contarle a Carolina todo lo que había sucedido con Alexandro, pero no quería implicarla en el asunto y ponerla también a ella en peligro, conmigo en medio del ajo ya era más que suficiente.

Tenía que hacer algo, tenía que protegerme de todo aquel peligro que me asechaba a mi alrededor, tenía que estar a salvo y ni la policía ni mis amigos podían ayudarme. El peligro era sobrenatural y para protegerme de algo sobrenatural tenía que usar una protección sobrenatural, así que decidí que haría un ritual de protección, un ritual mágico que pudiera defenderme.

Pensé en hacer el ritual en la próxima luna llena y, cuando por fin tomé la decisión, entonces por fin conseguí dormirme.

---

Capítulo 2 Parte 4 - El beso

Me fundí en un beso dulce que me transportó a los confines del universo, mi mente bombardeaba pensamientos sin descanso y mi mi estómago acidez fría que creaba nubarrones de mariposas reboloteando sin descanso en mi vientre.
No sabía si debía disfrutar del elixir sagrado de ese beso apasionado o si debía apartar de mi boca a un hombre siniestro que embotellaba sangre. El vino no me dejaba pensar con claridad y mis emociones tampoco.

Mi cintura estaba rodeada por unas manos firmes y blanquecinas con las que tantas noches atrás había soñado y que ahora temía, debía ignorar mis emociones y escuchar mi razón y alejarme del ser que podía hacerme daño, alejarme del ser que podía embotellarme en unas cuantas botellas de cabernet sauvignon.

Empujé a Alexandro lejos de mí, no sin tristeza y deseo frustrado y le miré inquisidora esperando una respuesta por su parte. Alexandro soltó una carcajada sonora y cínica y se giró para marcharse y desaparecer entre la multitud.
Empecé a llamarle y a gritarle que volviera, pero antes de que me diera cuenta ya había desaparecido. Intenté seguirle pero no pude verle más y me quedé con la sensación de que me había tomado el pelo y de que yo era una estúpida.
¿Acaso se estaba burlando de mí?, ¿Estaba jugando conmigo? Esta situación se estaba alargando más de lo que yo hubiera deseado. Alexandro quería algo de mí, eso estaba claro, y yo no sabía si era algo bueno o algo malo.

Regresé a la barra por la anhelada copa de vino, pero en esta ocasión no bebía por alegría sino por preocupación, incluso llegué a pensar que este beso había sido una alucinación, una mala pasada que me estaba jugando el vino y mi mente y que realmente Alexandro no había venido a esta fiesta, ¿Cómo había podido desaparecer de ese modo?

Cuando ya casi me había autoconvencido de que ese beso no había ocurrido, vi a Alexandro a lo lejos charlando con una jovencita encantadora, él me miraba y se reía, como si estuviera haciendo todo aquello con el fin de molestarme. Lo peor de todo era que lo estaba consiguiendo porque no pude evitar sentir una punzada odiosa de celos en mi estómago y mi corazón latía con desesperación y agonía mientras pensaba que había encontrado a alguien con quién besarse también en la misma noche.

Alexandro la tomó por la cintura y desaparecieron de mi vista. Yo estaba contrariada, celosa y enfurecida, no podía creer que ese caballero andante me estuviera haciendo esto y se estuviera burlando de mí.
Volví con mis amigos y aunque intenté darle la vuelta a la situación y pasármelo bien, estaba acongojada y de mal humor y no podía apartar todo aquello de mi mente.
La fiesta dejó de ser para mí un espectáculo visual, romántico y armónico y se convirtió en algo estridente, doloroso y exasperante. Pasé lo mejor que pude las horas que vinieron a continuación esperando con ansias el final del la fiesta y aunque bebí y fumé como una desaforada, nada conseguía aliviarme ni calmarme por lo sucedido.

A la salida del recinto, nos despedimos todos con abrazos y besos y yo solo deseaba coger mi coche y llegar a casa lo antes posible. Carolina me dijo que había bebido demasiado para conducir y que ya conduciría ella para asegurar lo máximo posible nuestra supervivencia. Caminamos hasta el aparcamiento y buscamos mi coche entre las decenas de novedosos últimos modelos y cuando por fin lo vimos, entregué las llaves a Carolina y mi agradecimiento por preocuparse por mí y por llevarnos a casa.

Estábamos levantando nuestras gigantescas faldas para entrar de la manera más grácil y cómoda a mi pequeño coche, cuando escuchamos un llanto delicado y constante que provenía de un coche que estaba a unos cuatro coches a lo lejos del mío. Carolina y yo fuimos a ver quién lloraba y nos acercamos con rapidez y curiosidad por la vocecilla enternecedora que lamentaba su suerte. Estupefacción es la única palabra que puedo utilizar para describir lo que sentí cuando encontré a la jovencita que horas antes había visto en compañía de Alexandro sentada en el bordillo del aparcamiento con el vestido lleno de sangre y el maquillaje de su cara corrido por tantas lágrimas.
La chica lloraba sin parar y nos miraba con desconcierto, pero más desconcierto era el mío por no entender que le había podido ocurrir y si todo aquello se lo había hecho Alexandro. Tenía las manos llenas de cortes y no paraba de sangrar. Carolina cogió su fular y le hizo unos cuantos nudos alrededor de sus manos como una presta enfermera y la ayudamos a llegar a mi coche para llevarla a un hospital lo más aprisa posible.
Carolina tomó el mando del vehículo y yo llevaba a la joven reposada en mis piernas en la sillón trasero del coche intentando calmarla de quién sabe qué.

Cuando le preguntamos que había pasado, ella dijo que no lo sabía, que de repente había sentido el impulso de cortarse y que con una copa rota había conseguido propinarse los cortes en las manos.

Dejamos a la joven en el Hospital y esperamos a que llegaran sus padres, les explicamos lo que había pasado y después de recibir las repetidas palabras de agradecimiento por su parte nos marchamos a nuestra casa.

---

miércoles, 22 de octubre de 2008

Capítulo 2 Parte 3 - Halloween

Había pasado más de un mes desde la partida de Xavier a Barcelona. Todo quedaba ya recordado como un mal sueño y Xavier había iniciado de nuevo su vida en Barcelona sin problemas.

La temporada con la Compañía de teatro iba de maravilla y nos habían contratado para toda la temporada de invierno. Cumplimos nuestros planes de alquilar 2 pisos y quedamos repartidos de la siguiente manera: en nuestro piso convivíamos Carolina, Neus y yo y en el otro piso Carlos, Joan y Berta. Fernando no vivía con nosotros porque él era de Madrid y vivía aún con sus padres, pero venía tanto a visitarnos que parecía que viviera con nosotros.

De Alexandro no volví a tener noticias, pensaba en él pero sabía que no me convenía y creí que lo más inteligente por mi parte sería olvidarle para siempre e intentar conocer a otra clase de chicos para iniciar una relación de pareja.

La asociación que nos había contratado contaba con buenos contactos en el Ayuntamiento y en la ciudad y nos dieron entradas para un gran acontecimiento de Madrid, la fiesta de Halloween del gremio de actores de Madrid. Era nuestra presentación en sociedad y teníamos que estar a la altura de las circunstancias.

La fiesta era temática, y consistía en un baile de disfraces y máscaras de Venecia, así que alquilamos unos trajes en una tienda y nos fabricamos unas máscaras con plumas que quedaban muy aparentes.
Las chicas llevábamos vestidos largos y abombados, con unos corpiños que nos dejaban sin respiración, llevábamos pelucas con imposibles moños y joyas de fantasía que parecían demasiado reales, los chicos llevaban esmoquín y sobreros de copa y todos con nuestras máscaras nos plantamos en la fiesta con un porte y elegancia que no desentonábamos en semejante evento.

La fiesta era en un palacio público preparado para la ocasión, habían camareros con bandejas llenas de Champagne y vino y canapés de todos los colores y de todos los sabores, la música provenía de una orquesta clásica ceremonial y las luces tenues daban un ambiente romántico tal al recinto que parecía que estuviésemos en la Venecia misma en el siglo XVII.

Todo era encantador, el vino corría por mis venas como si fuese la sangre misma y los bailes de salón se me antojaban fáciles entre parejas formadas con unos y otros como si fuese un compás aprendido desde el nacimiento.

La ansia del vino me llevó al fondo del salón para buscar entre la barra libre el santo Grial, el maravilloso elixir de Baco y saciar mi sed de uva fermentada pero antes de llegar a acercar la copa a mis sedientos labios noté un toque en mi hombro que me hizo girar en ángulo perfecto y encontrarme cara a cara o mejor dicho máscara a máscara con él. Alexandro me miraba fijamente, sonrió, me cogió por la cintura y me besó.


---

Capítulo 2 Parte 2 - El Hospital

Xavier se quedó internado en el Hospital en cuidados intensivos. Joan decidió quedarse en el Hospital y pasar la noche allí para acompañar a Xavier. Los demás volvimos al Hostal y entre caras largas y la ropa ensangrentada nos despedimos para internarse cada uno en su habitación y no volver a salir hasta el día siguiente.

Esa noche nadie cenó, nadie habló. Estábamos demasiado tristes para decir algo. Lo que hubiera podido ser una noche maravillosa y llena de celebración se convirtió en una noche de tristeza e incertidumbre que nos dejó desolados a todos.

En la mañana siguiente nos encontramos todos en el recibidor del Hostal para irnos a desayunar. Joan había llamado a Neus para decirle que Xavier ya estaba mejor y que había decidido regresar a Barcelona en cuanto le dieran el alta en el Hospital.

Con un poco más de ánimo empezamos a hacer conjeturas y a intentar adivinar cuáles pudieron haber sido los motivos que pudieron haber impulsado a Xavier a hacer aquello. Para nadie era un secreto que yo le gustaba mucho a Xavier y alguno incluso tuvo la absurda ocurrencia de decir que Xavier no había soportado que alguien me enviara flores.

Yo me negaba a creer que el suceso de la noche anterior tuviera algo que ver conmigo y se me ocurrió pensar que Xavier ya tenía problemas personales de antemano o que sencillamente no estaba bien de la cabeza.

Ahora el grupo entero estaba con la incertidumbre de lo que iba a pasar con la compañía de teatro y esperamos a que llegara Joan para poder reunirnos y hablar de nuestro futuro.
Joan llegó sobre el medio día para comer con nosotros. Se barajó la posibilidad de suspender la temporada y de volver a Barcelona, pero después de una hora de titubeos y votaciones, decidimos buscar a otro actor en Madrid para que hiciera el personaje de Xavier, por lo menos hasta que él estuviera recuperado.

Esa tarde fuimos todos a visitar a Xavier al Hospital y lo vimos de mejor semblante. No quiso hablar de lo sucedido y como toda explicación nos dijo que simplemente había sentido el impulso irresistible de hacerlo y no se pudo contener.
Le comentamos que queríamos buscarle un sustituto mientras él se recuperaba y le pareció bien.

Durante el día siguiente hicimos audiciones todo el día y nos quedamos con un chico Madrileño llamado Fernando bastante simpático.
Xavier recibió el alta del Hospital y decidió marcharse ese mismo día a Barcelona para descansar y estar al lado de su familia.

Todos estábamos muy tristes pero teníamos mucho trabajo que hacer y cuanto antes empezáramos mejor. Después de lo sucedido yo apenas si había tenido tiempo en pensar en Alexandro y en todo el código indescifrado de la etiqueta de vino, ahora tenía que centrarme en mi nueva vida y Alexandro no hacía parte de ella.

---

Capítulo 2 Parte 1 - La obra

Berta salió al escenario y empezó con su monologo la obra y el momento que todos nosotros llevábamos esperando, Carlos salió tras ella y empezaron a hacer las primeras escenas que eran claves para que el público se enganchara a la historia y tuviéramos el éxito garantizado. La obra era una comedia que había escrito Joan, en la que los personajes vivían en un internado y decidían fugarse por una noche para asistir al espectáculo del circo ambulante que visitaba la ciudad.

Se oyeron las primeras risas masivas y el buen humor aumentaba entre mis camaradas que esperaban su momento de salir al escenario y continuar con el jolgorio. Yo seguía entre bambalinas y no podía apartar mi mirada de la figura trajeada y elegante que estaba inmóvil en la primera fila: Alexandro no reía. Tenía una mirada seria e imperturbable que me hizo pensar que no había venido a ver la obra, había venido a verme a mí.

¿Pero que era lo que me estaba pasando? Le tenía miedo a ese hombre después del descubrimiento que hice en su casa, pero a la vez lo deseaba, lo ansiaba, lo necesitaba, quería volver a besarle otra vez, quería desnudarle, hacer el amor con él.
Llegó mi turno de salir al escenario y me sentía desnuda ante su mirada, no estaba concentrada en la obra, sólo quería gustarle a él.

Salí al escenario con un pijama horroroso que me llegaba hasta los tobillos y un gorrito de abuelita que distaba una eternidad de parecer sexy, más bien parecía una santurrona aburrida, salí en puntillas y susurrando que había llegado el momento de escapar y los otros actores corrieron a cambiarse de ropa.

Yo me quedé en el escenario con Carolina e hicimos una escena dramática en la que yo le decía que quería fugarme del internado para siempre y que ella tenía que ayudarme a escapar. Yo no me atrevía a mirar a Alexandro y decidí sumirme en la acción de la obra lo máximo que mi fuerza de voluntad me pudiera permitir.

Después de los cambios de vestuario representamos las escenas de fuga y de la visita al circo y, en un santiamén llegó el desenlace en el que todos volvían al internado menos mi personaje que al final conseguía fugarse con éxito.

La lluvia de aplausos nos proporcionó una satisfacción indescriptible y teníamos la certeza y el orgullo de cuando se hace un trabajo bien hecho.

Miré hacia la butaca donde se encontraba Alexandro, pero mis ojos la descubrieron vacía, Alexandro ya no estaba. ¿ En que momento se habrá marchado?

Volvimos al camerino y más grande fué mi sorpresa cuando encontré un ramo de rosas rojas que tenían un sobre que estaba a mi nombre.
Mis compañeros me silbaban y me decían entre gritos que abriera la targeta para descubrir quién era el admirador secreto, se agolparon a mi alrededor pero su curiosidad sofocante dejó a un lado a Xavier que se marchó antes de que yo pudiera abrir el sobre. Parecía que le molestaba o quizás le daba celos que alguien pudiera enviarme flores.

Abrí el sobre y no había targeta, en su lugar estaba la etiqueta de la botella de vino de la bodega de Alexandro que yo había abierto, la etiqueta del Cabernet Sauvignon que en lugar de vino contenía sangre. No me caí de espaldas porque el asedio de mis compañeros que me rodeaban me lo impidió, pero me quedé fría y anonadada por ese detalle que aunque mis compañeros no entendieron y se quedaron decepcionados porque no era una carta de amor, para mí era una sentencia clara: él sabía que yo había descubierto su secreto y me lo estaba anunciando.

Mis camaradas se concentraron en recoger las cosas, desmaquillarse y afanarse por marchar al hostal, pero yo estaba inmóvil, ingrávida, atónita entre mis pensamientos, no sabía como tomarme el gesto de Alexandro, era un mensaje contradictorio, las flores reflejaban amor, deseo, romanticismo y misterio, pero la etiqueta de la botella parecía una advertencia, quizás una amenaza, no sabía que pensar.

Berta pegó un grito desgarrador y fué lo único que consiguió sacarme de mi estupor, salimos corriendo en dirección de donde había provenido el grito, y se trataba de Xavier: se había cortado las venas.

Joan llamó una ambulancia y los demás intentábamos taparle las heridas para evitar que saliera más sangre, la angustia se había apoderado de nosotros y corríamos de un lado para otro como desquiciados sin saber que hacer. ¿Porqué había intentado suicidarse?

La obra había tenido mucho éxito esa noche, y antes de la obra no había nada que le preocupase, ¿Porqué lo habrá hecho?

Llegó la ambulancia y se llevaron a Xavier con urgencia, todos nos fuimos con el para el hospital y en el trayecto nadie pronunció ni una palabra.

---

domingo, 19 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 9 - La Compañía

Sobre las 12:00 am llegó la compañía de teatro en el autocar, me alegró mucho reencontrarme con todos ellos, estábamos todos muy felices y emocionados por la nueva etapa que emprendíamos juntos.
Eramos 5 actores, Berta, una chica de 30 años que era una purista del teatro, sólo trabajaba en compañías serias y decía que sólo recibiría ingresos económicos del teatro, que jamás se vendería a la televisión o al cine. Carolina era una chica Brasileña muy guapa y dulce que había venido a España a estudiar teatro y que trabajaba de camarera para costearse los estudios, trabajo que abandonó igual que yo para dedicarse a la compañía. Carlos era el reboltoso del grupo, siempre estaba haciendo bromas y ya no sabías cuando hablaba en serio y cuando no, Carlos estaba enamorado de Carolina, pero ella parecía que no se daba cuenta y él como siempre estaba bromeando parecía que cuando le decía a ella que le gustaba ella se lo tomaba todo a broma. Xavier era encantador, siempre era muy atento con el resto, era reservado y callado, pero cuando hablaba decía cosas tan sabias que todo el mundo siempre le pedía consejo cuando se encontraban en algún apuro o tenían alguna situación que no supiesen como resolver.

A mi Xavier me gustaba mucho, pero yo no quería dar el primer paso y el tampoco lo daba, no sé si era que yo no le gustaba lo suficiente o si era que su timidez no le dejaba hacerlo, pero nos encontrábamos en una situación extraña en la que ambos sabíamos que nos gustábamos mutuamente pero que ninguno de los dos se atrevía a hacer nada para dar el empujoncito y empezar una relación.

Joan era el director del grupo, era un director bastante guay, no nos reñía ni se enfadaba cuando las cosas no nos salían bien en escena, siempre se armaba de paciencia y nos indicaba de la mejor manera posible como mejorar y hacer la escena más acertadamente. Neus era la maquilladora y se encargaba también del vestuario, como éramos una compañía amateur y pequeña, no teníamos muchos medios y todos teníamos que reciclarnos, incluso el mismo director se encargaba de las luces y el sonido.
Si la obra seguía teniendo éxito, tendríamos que buscar técnicos y más gente que nos pudiera echar una mano.

Nos fuimos a comer todos juntos a un restaurante de tapas, bebimos sangria y salimos del restaurante tan felices y borrachos que decidimos irnos a un bar para continuar la fiesta.

Yo no quise contarle a nadie lo que me había ocurrido en casa de Alexandro y aunque Carolina se estaba convirtiendo en una gran amiga intima, decidí decirles a todos que había estado haciendo turismo por Madrid.

Al día siguiente estrenaríamos la obra, teníamos reservado el Hostal por dos semanas, pero habíamos pensado que si la obra tenía éxito alquilaríamos un par de pisos entre todos para establecernos mientras cada uno se hacía a su vida por su cuenta.

---

El día del estreno de la obra llegó y todos estábamos muy nerviosos, ya habíamos hecho un ensayo general en el teatro durante ese mismo día y Neus se apresuraba a maquillarnos a todos y ayudarnos a vestir, Joan daba indicaciones a todo el mundo y nos abrazábamos los unos a los otros deseándonos ¡Mucha Mierda! para atraer la buena suerte hacia nosotros. Joan dió las ultimas indicaciones y se marchó hacia los equipos de sonido para hacer de técnico y preparar las luces.
La primera que salía a escena era Berta, que era la protagonista y cuando la acompañé a la bambalinas para tranquilizarla y desearle suerte, pude ver en la primera fila del público un rostro conocido que hizo que un chispazo de adrenalina me dejara fría.
Alexandro había venido a ver la obra, me había encontrado...

---

Capítulo 1 Parte 8 - La Huida

Volví a retomar la carretera principal y me dirigí rumbo a Madrid, no paraba de temblar y de fumar, no entendía nada de lo que había visto, buscaba explicaciones en mi mente pero no sabía como explicar todo aquello, a lo mejor no era para tanto, quizás simplemente todo tenía una explicación y yo no había esperado a recibirla de los labios de Alexandro.

Pero alguien que miente para retener a una persona en su casa y embotella sangre con etiquetas de vino en la bodega de su casa, es desde luego una persona extraña que no puede traerse nada bueno entre manos.
Estaba recapitulando conversaciones con Alexandro para encontrar algo a lo que agarrarme. Recordé que el me dijo que tenía una empresa de embutidos y se me pasó la retorcida idea por la cabeza de que quizás guardaba la sangre de los animales que sacrificaban en su empresa. Pero... ¿Para que fin tendría que hacer aquello?
Porqué Eduardo se puso tan agresivo cuando intenté entrar a la habitación aquella con la puerta roja? Acaso escondía algo tras esa puerta? Todo era demasiado raro.

También llegué a pensar que traficaba con órganos humanos o sangre o humana o a saber que clase de mafia tendría montada... y como si mi mente no hubiera trabajado ya lo suficiente como para inventar explicaciones rocambolescas y absurdas, se me ocurrió pensar que probablemente Alexandro era un Vampiro que se alimentaba de sangre. Por primera vez en medio de mi aturdimiento solté una carcajada y me reí de mi misma y de mis ocurrencias, ¿un vampiro? jajajaja pero si los vampiros no existen! Además yo había visto a Alexandro comiendo comida normal y había desayunado con él bajo el sol cálido de la mañana y se supone que los vampiros no tolerarían nada de todo aquello por su naturaleza nocturna y sanguinolenta.

Empecé a calmarme y a ver todo lo que me había pasado en la noche anterior como un sueño extraño que dejaba atrás entre neblina. Tendría que olvidarme de Alexandro y enfocarme en lo que realmente me ocupaba: llegar a Madrid, alojarme y centrarme en la obra y en el grupo de teatro.

Entré en Madrid y consulté mi mapa de la ciudad para buscar las calles que me conducirían al Hostal. Estaba agotada, apenas si había dormido unas escasas dos horas y tanta emoción y nervios habían desgastado mi energía y mis baterías.

Encontré el Hostal, dejé mi coche en el parking contiguo, saqué mis maletas y fuí a registrarme con urgencia, saqué una barrita de chocolate de la máquina de chuches del Hostal, la ingerí con avidez y me fuí a la habitación para poner mi vida y mis ideas en orden.

Deshice las maletas, me puse el pijama y me metí en la cama. Me costaba conciliar el sueño porque tenía miedo de que Alexandro pudiera encontrarme, pero después de darle vueltas a todo lo sucedido, pensé que el sólo sabía de mi que me llamaba Susana, que era actriz y que venía de Barcelona, además Madrid era muy grande y seguramente habrían cientos de Susanas. Así que me puse boca a abajo y me dormí enseguida, tan profundamente que dormí a pierna suelta durante toda la tarde y la noche seguidas.

Me levanté al día siguiente ansiosa por reencontrarme con mis compañeros del grupo de teatro, estaba dispuesta a olvidar el pasado y disfrutar de mi nueva vida desde el principio.

---

Capítulo 1 Parte 7 - El Descubrimiento

Caminé por el pasillo largo y ancho, rodeada por puertas a diestra y siniestra, parecía el pasillo de un hotel de tantas puertas que tenía, y no sabía que hacer ni que puerta abrir hasta que vi una puerta roja con grabados de dragones que parecía la entrada a un santuario Chino ancestral. Levanté mi mano y la puse en el picaporte, la puerta no tenía cerrojo y podría entrar fácilmente, pero enseguida un tirón fuerte en mi brazo me apartó violentamente de la puerta: era Eduardo que me había agarrado con fuerza y me había empujado lejos de allí, me dijo que no podía estar allí y que en lugar de husmear me fuera a dar una vuelta por el Jardín.

Sé que no estuvo bien por mi parte querer entrar en la habitación de alguien que no estaba, pero no se podía consentir la manera tan brusca y violenta con la que Eduardo me había zarandeado.

Me fuí al Jardín, pero no me apetecía meterme en la piscina, así que caminé un poco rodeando la casa y empezaba a aburrirme seriamente cuando encontré el garaje de la casa y vi desde lejos los 4 coches que tenía Alexandro.
Eran coches realmente caros y tan bonitos que decidí echar un vistazo más de cerca. Todos ellos eran de colores oscuros 2 negros, 1 azul, y el otro verde, al parecer Alexandro prefería pasar desapercibido cuando conducía.

De repente llamó mi atención que en el fondo del garaje al lado de una caja de herramientas, habían dos galones de gasolina, no me lo podía creer, tenía que comprobar que realmente eso era gasolina.
Abrí uno de los galones para comprobar su contenido y el olfato y el tacto no me fallaron, definitivamente Alexandro me había mentido, ¿Porqué me dijo que no tenían gasolina cuando realmente si tenía? Todo aquello era perturbador, estrujaba mi cerebro mentalmente intentando encontrar una explicación lógica que pudiera disculpar su actitud, y lo único que se me ocurría era que yo le había gustado tanto a Alexandro que me mintió para retenerme en su casa. Y aunque la idea demostraba muy poca modestia por mi parte, no encontraba otro motivo plausible que atribuirle a la situación.

Me disponía a coger la gasolina para repostar mi coche, cuando me percaté de que la puerta que conducía al sótano estaba medio abierta, miré a mi alrededor para comprobar que Eduardo no andaba por allí y no me echaría la bronca de nuevo y bajé para ver algo más y comprobar si Alexandro podría haberme mentido en otras cosas.

Qué sorpresa! Alexandro tenía una bodega de vinos en el sótano, me gusta tanto el vino que enseguida me apresuré a mirar que tipo de uva tenía en almacenaje y que tan añejos eran sus vinos.
Cuando estuve lo suficientemente cerca vi que los vinos estaban conservados en frío, las estanterías eran neveras y me sorprendió mucho porque a pesar de mi poco conocimiento de el mundo de los vinos, sabía perfectamente que los vinos tintos no se refrigeraban y que para su conservación tendrían que tener una temperatura templada ideal de más o menos 15º.

Cogí uno de ellos y la etiqueta rezaba CABERNET SAUVIGNON de 5 años, me pareció el vino ideal para tener en conserva pero estaba tan frío que estaba contrariada. Cogí un saca corchos y decidí abrirlo, no me iba a ir de allí sin descubrir lo que estaba pasando. El tapón salió con facilidad, olfateé la botella y despedía un olor oxidado que desde luego no era de vino, ¿ Qué podía guardar en estas botellas? Temblando cogí una copa y serví un poco, Dios mío!!!! parecía sangre, era rojo y balsámico, ¿Qué significa esto?
Dí un sorbo y al comprobar que mis sospechas eran ciertas, me dí cuenta de que tenía que marcharme de aquella casa lo antes posible.
Metí el tapón en la botella con un poco de esfuerzo, la dejé en su sitio y salí corriendo, cogí uno de los galones de gasolina, una manguera y me fuí apresuradamente a repostar mi coche.

Cuando estaba en la faena con mi coche, se me acercó Eduardo y me preguntó que que estaba haciendo, no se me ocurrió otra cosa que decirle que tenía que marcharme porque me habían llamado de la compañía de teatro y que tenía que presentarme allí urgentemente.
Eduardo puso cara de agrio, como si se hubiese chupado el zumo de un limón y se marchó apresuradamente.
Yo tenía miedo de que llamara a alguien y me impidieran irme y no sabía si debía ir por mis maletas o coger el coche a toda prisa y largarme de ahí como un rayo. Decidí que si quería que no se diesen cuenta que descubrí la bodega con las botellas de sangre, lo mejor sería actuar con normalidad, así que entré en la casa a toda prisa cogí mis maletas, dejé algo de dinero sobre una mesa para pagar la gasolina que tomé del garaje y salí corriendo hacia el coche, lo encendí y salí de aquella casa temblando y con mi corazón latiendo tan rápido que pensé que me saltaría del pecho.

---

sábado, 18 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 6 - El Insomnio

Entré en la habitación de Isabela, me quité los zapatos y el vestido que volví a colgar en la percha, saqué de mi maleta un pijama y mi neceser con los potingues necesarios para limpiarme la cara y retirarme el maquillaje. Me quité la peluca y la puse cuidadosamente en la cabeza de plástico que reposaba serena en la estantería a la espera de su dueña y me quité el colgante del cuello.

Al final tendría que dormir allí, con las estatuas de cera que parecían más reales ahora después de todo el vino que había consumido aquella noche y me pareció que ahora ya no me importaba que me mirasen, me metí entre el edredón de la cama, suspiré profundo e intenté conciliar el sueño.

No podía dormir... sencillamente no podía, daba vueltas para un lado, daba vueltas para el otro, me ponía boca arriba y boca abajo pero no había manera de dormir, sólo podía pensar en Alexandro y en aquel beso apasionado que nos dimos, ohhh besaba tan bien, sus labios eran suaves y el ritmo de su beso perfecto. No todos los hombres sabían besar tan bien como Alexandro, me preguntaba como sería en la cama y me sonrojé al descubrirme a mi misma teniendo fantasías sexuales con él.

La noche pasó lenta, yo no podía dormir, estaba sumida en un bucle de pensamiento que me llevaba una y otra vez al mismo sitio: el momento del beso con Alexandro. Lamía mis labios y aún conservaba un regusto a sangre sutil que embriagaba todo mi ser.

Cuando empezaba a aclarar la mañana del día siguiente, pude conciliar un sueño superficial y algo reparador, pero pronto estuve despierta y lista para darme un buen baño.

Me levanté, me dí un baño leve en la bañera y me puse una falda corta, una camiseta de tirantes ajustada y mis converse, arregle mi pelo para que ondeara tranquilamente y salvaje y me puse un poco de brillo de labios. Esta vez no me iba a pillar desprevenida y quería ponerme muy guapa para Alexandro. La verdad es que no soy de esas chicas que se maquillan y se ponen camisas que marquen escote, soy una chica bastante natural y quería explotar esa faceta de mi personalidad de la mejor manera posible para causar la mejor impresión.

Tenía los labios un poco hinchados por el beso salvaje de la noche anterior y no sabía como iba a disimular semejante hecho. Bajé por la escaleras enormes y luego ya no sabía a donde dirigirme. Eduardo llegó a mi encuentro y me dijo que el señor Alexandro me esperaba en el Jardín. Pero le pedí a Eduardo que me llevara porque el Jardín era muy grande y no sabía como llegar hasta el yo sola.

Eduardo me llevo hasta donde estaba Alexandro y se marchó. La mesa tenía pastelitos, fruta, huevos, tostadas, mermelada y quesos, también había café, zumo de naranja y té. Alexandro estaba maravilloso, fresco como en el momento en que le conocí y llevaba el pelo recogido en una pequeña coleta. Sonrió y me dijo que tenía los labios muy grandes, yo me sonrojé. Desayunamos con tranquilidad y el sol acariciaba nuestros rostros con una dulzura sobrecogedora.

Le pregunté a Alexandro por su padres y me dijo que hacía muchos años que habían muerto, el vivía allí solo y su hermana vivía en Londres. Me contó que tenía una empresa de embutidos y que su hermana era escultora.

Me dijo que si yo quería esa misma mañana Eduardo podría llevarme a Madrid y que harían llegar mi coche cuando consiguiera gasolina, yo ya ni me acordaba el motivo por el que estaba allí, me había olvidado completamente de mi viaje, Madrid, el grupo de teatro, todo! porque solo podía pensar en el chico que tenía delante.
La verdad es que no quería irme aún y no sabía como decírselo, pero el se apresuró a decir que me podía quedar el tiempo que quisiera y yo le dije que si.

Alexandro se tenía que marchar, pero de seguro no me aburriría durante su ausencia, la casa tenía piscina, jacuzzi, un jardín precioso y seguramente muchas más cosas de las que yo aún no había tenido el placer de conocer. Decidí dar un paseo y luego me bañaría en la piscina.

Después de que Alexandro se marchara, yo quise conocer un poco mejor la casa y me dirigí a la planta de arriba a ver que me encontraba y cuando vi el largo pasillo supe que allí me perdería fácilmente, pero la curiosidad de ver lo que había en medio de las tinieblas del fondo del pasillo me invadía...

---

Capítulo 1 Parte 5 - La Fiesta

Cuando me eché los últimos vistazos en el espejo, salí de la habitación para dirigirme a la fiesta, vi que la habitación de ella no era la única que había en aquel sector de la casa, ya que hacía el fondo de un largo pasillo se extendían innumerables puertas que debían pertenecer a diferentes habitaciones, me preguntaba que cuál de todas aquellas puertas podría ser la de la habitación de Alexandro, ¿Cómo sería su habitación? tenía mucha curiosidad.
Bajé la interminable escalera y me dirigí a la entrada donde un par de horas atrás había conocido a Alexandro. En el recibidor estaba Eduardo y me dijo que entrara de nuevo al salón de la derecha donde estaría Alexandro esperándome.

Alexandro llevaba un perfecto esmoquín que le quedaba como un guante, su pelo estaba suelto y caía libremente sobre sus hombros y entonces pensé que estaba delante de un caballero de novela romántica al que sólo le faltaba un fantástico carruaje esperando en la entrada para llevarnos al país de las maravillas, la verdad es que me sentía como cenicienta, pero no quería que llegarán las 12 de la noche y que todo aquel hermoso sueño se esfumara.

Alexandro me hizo un repaso con la mirada de arriba a bajo como si fuera un escaner escudriñador, sonrío y me dijo que estaba preciosa. Yo le dije que esperaba que no le molestase que me hubiese puesto una de las pelucas de su hermana, pero el dijo que había actuado correctamente porque estaba preciosa y hoy sería su pareja en la fiesta.

Me ofreció una copa de vino que yo bebí con esmero y me cogió del brazo para cruzar la estancia e ir al salón de la izquierda que era donde se encontraban los invitados.

Al llegar allí, encontré cientos de aristócratas fumando, bebiendo, charlando y riendo como si de un club elitista se tratara, la verdad es que Alexandro era el hombre más guapo de toda la fiesta y según palabras de Alexandro yo era la mujer más guapa de todas.

Me armé de toda la educación de la que mis padres me inculcaron y me comporté como una señorita de sociedad comentando con los invitados diferentes temas culturales, hablamos de cine, de ópera, de conciertos, teatro, música y hasta de política, y al parecer no lo estaba haciendo nada mal porque Alexandro parecía orgulloso por estar conmigo ante aquellas personas.

Tuve el honor de conocer al mejor amigo de Alexandro, Arturo que estaba con su esposa Eleonor y pasamos un rato agradable charlando de nimiedades y haciendo bromas como si nos conociésemos de toda la vida.
Arturo preguntó a Alexandro por su hermana y este le contestó que se encontraba estupendamente y de que estaba saliendo con un chico Londinense allí en Londres donde vivía actualmente.
Eleonor me contó varias cosas de Isabela la hermana de Alexandro, me contó que era una mujer intrigante y espectacularmente preciosa que no podía pasar desapercibida en ningún lugar al que pudiera ir.
Alexandro y Arturo se ausentaron un rato y yo que me quedé charlando con Eleonor, bebí bastante y la verdad es que me lo estaba pasando de maravilla.
Le conté a Eleonor que venía a Madrid por lo de la obra de teatro y le conté detalles de mi vida en Barcelona, Eleonor me contó que ella era diseñadora de modas y que Arturo era dueño de una multinacional muy importante en el país. Definitivamente me sentía como cenicienta entre aquellas personas de clase alta.

Al cabo de un rato regresaron Alexandro y Arturo y Alexandro me dijo que me quería enseñar un sitio muy bonito de su casa, así que nos disculpamos ante los invitados y nos retiramos.
Alexandro me llevó al Jardín, y más fue mi sorpresa cuando vi aquella enorme fuente empotrada en la parte trasera de la casa, era una réplica exacta de la Fontana de Trevi de Roma! tenía unas estatuas preciosas y perfectamente torneadas, el agua caía como si de un manantial se tratase, y estaba toda envuelta en luces que reflejaban en el agua como si fuesen estrellas que nacieran del fondo de aquella mágica fuente.
Alexandro puso su mano en mi nuca y la subió por entre los cabellos, luego tocó mi cuello con tanta pasión que creí que me iba a desmayar de deseo, sentí un relámpago de adrenalina que cruzó mi cuerpo de arriba a abajo en un santiamén y mi corazón latía tan fuerte que temía que el pudiera escucharlo y dejarme en evidencia por lo nerviosa que estaba.

Me miró a los ojos y me dijo: Me encantas Susana, cuando te vi no sé que tenías pero me cautivaste, estabas tan bella que te veía como si estuvieras rodeada de rayitos de luz, te necesito, tienes que ser mía, y sin más preámbulos me besó.

Dios mío! ese beso fue el mejor beso de mi vida, era como si estuviera viendo estrellas en el firmamento y me estuvieran fulminado, me puse helada en el momento y no podía apartarme de su cuerpo ni un instante, ni un milímetro, nos besamos tanto, que nuestro beso se empezó a convertir en un beso más violento, un beso apasionado y voraz, nos mordíamos el uno al otro como si quisiéramos fusionarnos y ser uno solo, como si no quisiéramos separarnos nunca más.
Empecé a sangrar un poco pero no nos importó y seguimos besándonos un poco más, la sangre hacía que ese beso supiera diferente, era un beso rojo que yo esperaba que nos uniera para siempre.

Después de controlarnos un poco, decidimos volver a la fiesta, al regresar nos sorprendió ver que la gente estaba alrededor de una chica y no paraban de murmurar en un nerviosismo colectivo, al parecer la chica se había cortado un poco en la mano accidentalmente y no paraba de sangrar. Pero ¿cómo era posible? ¿Cómo pudo haberse cortado? ella decía que quería cortar un hilo que le colgaba del vestido y que cogió uno de los cuchillos y no supo calcular bien el movimiento y se cortó, parecía increíble! Eduardo le vendó la mano y la chica junto con su amiga se despidieron y se marcharon de la fiesta.

La fiesta continuó hasta la madrugada y los invitados fueron marchando poco a poco hasta que sólo quedamos Alexandro, Arturo, Eleonor y yo en una pequeña reunión privada. Charlamos y bebimos un poco más, Arturo y Eleonor se marcharon posteriormente y nosotros nos fuimos a dormir. Si si, a dormir! Alexandro es un caballero y me acompañó hasta la habitación de su hermana para despedirse como un atento y respetable caballero andante.

---

Capítulo 1 Parte 4 - La Habitación de Ella

Lo que veían mis ojos era como un sueño, incluso llegó a pasar por mi mente el pensamiento de que estaba soñando y que era algo de lo que no quería despertar aún porque todo era emocionante, único e irrepetible.
La habitación de la hermana de Alexandro era un teatro! había un escenario de madera en el centro de la enorme habitación sobre el cuál reposaba la cama, una cama con cuatro estacas que llegaban casi hasta el techo y de las cuales colgaban unos velos negros que daban una sensación como de las mil y una noches pero en estilo gótico, las fundas y la colcha eran negras también y daban al lecho un aire lúgubre encantador. Al lado de la cama tenía estatuas de cera tan perfectas que parecían personas de verdad y eso me estremeció porque me daban miedo y no quería tener que pasar la noche allí al lado de esas estatuas.
Las estatuas no eran de monstruos ni de nada aterrador, por el contrario, eran estatuas de mujeres jóvenes y hermosas ataviadas con vestidos del renacimiento, preciosas joyas y bellos tocados, pero me daban miedo porque parecían tan vivas que parecía que en cualquier momento iban a hablarme.

La habitación tenía un balcón enorme, con cortinas de velo negro también y por tocador tenía una mesa de dos metros de larga llena de perfumes, maquillaje y joyas que colgaban de unos pequeños estantes metálicos. ¿Acaso no le importaba que le robasen? dejar joyas tan a la vista y sin cerrojo? Entonces me dí cuenta por primera vez que Alexandro había tenido que confiar en mí desde el principio, porque no me conoce, no sabe nada de mí, y aún así me ofreció la habitación de su hermana con todas las cosas valiosas que ella posee, y todas tan al alcance de cualquier mano.
Por supuesto yo no iba a tocar nada de todo aquello, que parecía el tesoro de Tutankamón, pero me parecía todo demasiado raro, incluso la hospitalidad tan confiada que había tenido Alexandro para con una desconocida.

El espejo era cuadrado y tenía bombillas alrededor como los espejos que usamos los actores en los camerinos, y la ropa de la hermana de Alexandro no estaba guardada en gigantescos armarios o enormes vestidores, simplemente estaban los vestidos puestos cuidadosamente en colgadores de ropa con ruedas, también iguales a los que usamos los actores para colgar el vestuario en los camerinos.
Todo ello me tenía conmovida, era una casualidad enorme que Alexandro estuviera escuchando a los Red Hot Chili Peppers que son mi grupo favorito y ahora esto! la habitación que me ofrecía era prácticamente un teatro y con lo que me gustan a mi los teatros!!! ¿Serán todo esto alguna especie de señales? ¿Que me querrá decir el destino?

Al lado del tocador, había una estantería de 2 metros de alta y unos cuantos escalones que estaban llenos de pelucas, a simple vista pude llegar a contar unas 20! Dios mío! Qué clase de mujer podía ser aquella? Para que quería tantas pelucas? habían pelucas de todos los colores, rizadas, lisas, largas, cortas.... Aquello era un deleite para una actriz como yo.

Seguía pensando que estaba soñando, pero si era así, iba a disfrutar de ese alucinante sueño.

Me metí en la ducha y disfruté de cada gota de agua tibia que bajaba desde mi cabeza hasta la punta de mis pies, sonreía mientras me duchaba y era una sonrisa pícara y ansiosa por todo lo que me podría llegar a pasar esa noche, enjaboné mi pelo cuidadosamente, mi cuello, mis pechos, mis piernas, me enjuagué y salí de la ducha nerviosa porque no paraba de pensar en la ropa que iba a ponerme, pareceré una princesa con todo lo que ella tenía allí!

Me sequé con la toalla el agua en exceso que chorreaba de mi pelo y de mi cuerpo y me enrollé como un rollito primavera con la toalla para salir del baño y empezar con mi acicalamiento.
Cuando salí encontré mis maletas al lado de la entrada y supe que Eduardo, el mayordomo, había estado allí mientras yo me estaba duchando.
Me acerqué al colgador de ropa y empecé a pasar percha por percha para ver que tipo de vestido me quedaría mejor, ella tenía vestido fabulosos, con pedrería, con encaje, vestidos medievales, vestidos modernos, pero todos tenían una característica en común y era que todos eran de colores oscuros, al parecer a la chica no le gustaba la claridad.

Me probé un vestido rojo oscuro ajustado que me hacía parecer una mujer fatal, pero me pareció demasiado atrevido para asistir a una fiesta en la que no conocía a nadie, luego uno verde oliva que tenía una gran falda esponjosa, pero me pareció que parecía más un merengue que una mujer, así que lo descarté también. Y... entonces lo vi, allí estaba al final de todo, el vestido de mis sueños y de mis fantasías más remotas, ¡el vestido!

Era un vestido negro de tirantes, ajustado hasta la cintura y que desde la cintura caía en total libertad hasta el suelo como si fluyera de un cristalino río, no tenía piedras ni encajes, era simplemente un vestido que marcaba unas curvas imposibles y me hacía tan femenina y exótica que pensé que nunca más en mi vida podría igualar aquel efecto con otra ropa. Me puse unos zapatos negros de tacón bastante sencillos y tomé prestado un collar con un medallón precioso que tenía como colgante una amatista morada que atraía a mi muy buenas vibraciones.

Llegó el momento de peinarme y maquillarme, que puedo hacer con este pelo? mmmmm... un moño así? no no, no me quedan bien los moños, además se vería demasiado el tatuaje que llevo en el cuello, y si me hago unos rizos que caigan sobre los hombros? mmmm... demasiado convencional... no se.... entonces miré a la estantería de las pelucas y tuve el pensamiento aguzado de ponerme una de ellas, me sentí mal porque pensaba que sería un atrevimiento por mi parte ponerme una peluca ajena, pero mientras más las miraba más ganas tenía de ponerme una.

Ignoré mi consciencia y decidí ponerme una, total, al día siguiente me iría de aquella casa y nunca más les iba a volver a ver, así que que podría perder?

Me probé dos o tres pelucas y al final decidí ponerme una peluca de pelo liso, negro y brillante que llegaba justo a la altura de los hombros, con flequillo en la frente y una forma tan de hongo que rodeaba mi cara como si fuera el marco de un cuadro. Mi pelo terminó de secarse y me puse la peluca, me maquillé los ojos de negro y la boca roja, pinté mis uñas de negro aunque me pareció demasiado arriesgado y decidí que había llegado el momento de bajar a la fiesta.

Algunos invitados tendrían que haber llegado ya y yo iba a unirme a ellos.

---

jueves, 16 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 3 - El Encuentro

Dije hola, y aquella figura espléndida que tenía delante se dio la vuelta, era un hombre joven, yo hubiese dicho que tenía 28 años, blanco como la nieve y con un cabello largo hasta los hombros y negro como el ébano, tenía unos ojos negros brillantes y unos labios rosados que se abrieron para enseñarme en una sonrisa unos dientes perfectos y alineados como si hubiera llevado braquets toda su vida.
No iba vestido como Napoleón ni como un duque, simplemente llevaba una camiseta verde, unos tejanos descoloridos y unos converse rojos desgastados por el uso y sucios que parecía que hubiese estado viviendo en el desierto. Era delgado y alto, y en la sonrisa había dejado entrever un atractivo varonil tan sensual que me dejó helada en un estremecimiento.

Pero mis pensamientos me tranquilizaron, pensé que un chico tan atractivo no podía ser más que eso, que seguro que hablaba y perdía todo el encanto, pensé que era demasiado bello para ser verdad y que con lo exigente que soy no tardaría mucho en ver todas las pegas que un chico cualquiera podía tener, quizás tenía novia, quizás simplemente sería demasiado hablador o demasiado callado, quizás no sería para tanto. Pero entonces dijo "hola, me han dicho que te has quedado sin gasolina" y me dí cuenta en el acto de que mis pensamientos tranquilizadores quedaron totalmente desacreditados, una persona con esa voz y con ese talante no podía tener pegas, sencillamente no podía tenerlas.

Y entonces me invadieron los pensamientos autocríticos y por primera vez en todo el día me hice consciente de como iba vestida, de que aspecto tenía yo ante semejante ángel y de que impresión podría causarle a alguien con las pintas que llevaba en ese momento, y la verdad es que el resultado de mi autoanálisis no fue para nada alentador. Llevaba una camiseta vieja que tenía un cartel de I'm fabolous totalmente desgastado de tantas lavadas, llevaba una falta negra y larga hasta las rodillas que sencillamente no tenía ningún encanto especial y llevaba mis converse negros que estaban casi tan desgastados como los suyos, pero a diferencia de él llevaba el pelo enmarañado por el viento, como Bridget Jones después de su viaje en descapotable con Daniel Cleaver, y allí estábamos, dos chicos con converse el uno frente a otro, pero uno con mejor aspecto que el otro y esa desgraciadamente no era yo, ¡Dios mío!

Después de autotorturarme me dí cuenta de que el me había hablado y yo aún no le había contestado, y entre tartamudeos constantes le dije que efectivamente necesitaba gasolina y que si me la daba yo estaría encantada en pagarle lo que hiciera falta. El me contestó que no tenían gasolina y me invitó a quedarme. Yo por supuesto necesitaba ir a Madrid y le pedí que alguno de sus empleados me llevara en su coche y que yo le pagaba lo que el me dijera, pero me dijo que no se trataba de dinero, me dijo que esa noche celebraba una fiesta y que necesitaría a todo el servicio pero que yo podía quedarme en la fiesta y que podía pasar allí la noche.

Como negarme ante semejante adonis? Por un lado, no quería que pensara que yo era una chica fácil, pero por otro lado no tenía manera de llegar a Madrid y además era simplemente una fiesta y yo no tenía nada mejor que hacer, sin contar el hecho de que el chico me tenía totalmente hipnotizada.

Acepté, y el me dijo que podía ducharme y que en la habitación de su hermana tendría vestidos que ponerme para la ocasión, al parecer la fiesta sería bastante formal y por supuesto yo no llevaba vestidos de etiqueta entre mi equipaje, después de decirle varias veces que me avergonzaba utilizar uno de los vestidos de su hermana y después de su constante insistencia en que que no pasaba nada por ello, accedí y le dí las gracias por la invitación.

Llamó a Eduardo, el mayordomo, le pidió que me acompañara a la habitación de su hermana y me dijo: "Por cierto, mi nombre es Alexandro" y se sirvió una copa de vino tinto.

Eduardo me llevó por un largo pasillo que estaba en la penumbra y después de subir unas escaleras interminables me dejó frente a una puerta torneada y me pidió las llaves del coche para aparcarlo y subir mis maletas, después de las pertinentes indicaciones de como funcionaba mi coche, Eduardo se marchó y me dejó allí enfrente de la habitación de una mujer que yo no conocía y de la que iba a usar su ropa, una habitación que jamás me hubiera podido imaginar, una habitación que cuando abrí la puerta me dejó con la boca abierta y la cara estupefacta.

---

Capítulo 1 Parte 2 - La Fortaleza

Miré a mi alrededor y todo era oscuridad, no pasaban coches, no había ruido, sólo los grillos con su cantar acompañaban mi llegada, incluso los coches de la carretera habían quedado lejos con su zumbido contra el viento y solo pedía a Dios que en esa casa pudieran darme gasolina e indicarme como llegar a Madrid.

Subí de nuevo a mi coche y emprendí la marcha hacia la entrada principal de la grandiosa casa, apagué el mp3 y vi como de la enorme puerta salía un hombrecillo con esmoquín que me esperaba para recibirme cuál princesa de cuento que llega a un palacio. Apagué el coche y salí apresurada a explicarle a ese hombre que me había quedado sin gasolina y que necesitaba llegar a Madrid antes de que fuera muy tarde, el hombre no contestó y me hizo un gesto para que le siguiera, seguí tras él y cruzamos el umbral, digo umbral porque a esa puerta no se le podía llamar de otro modo, tan imponente, tan magnífica y detrás del hombre crucé el recibidor más grande en el que había estado en toda mi vida, mirando a los lados sin parar, hacia el techo, hacia el suelo, tanta belleza me encandilaba y no sabía ya hacia donde mirar para no perderme ni el más mínimo detalle de aquella majestuosidad digna de un rey.

El suelo era todo de mármol puro, brillante y pulido con esmero cubierto en algunas zonas por maravillosas alfombras indias que hacían del lugar algo exótico y conmovedor, habían cortinas transparentes y a la vez cálidas colgando de los enormes ventanales y ondeaban con la entrada del viento exterior, llegaba incluso el cantar de los grillos que era transportado por todo el ambiente con inigualable dulzura, la entrada tenía mesas laterales que no podían venir de sitios más cercanos que de China o la India y llevaban encima preciosos floreros rebosantes de tulipanes de maravillosos colores; jamás pensé que las flores pudieran cubrir de esa forma toda la paleta de colores de la creación. En ese lugar cabe imaginarse que lo mejor hubiera sido que tuviese cuadros caros de pintores famosos de diferentes épocas, pero en su lugar habían cuadros con hermosas fotografías de diferentes países y lugares preciosos recónditos del mundo. ¿Quién podía vivir en semejante casa? ¿Quién podría ser el decorador y poseedor de semejante lugar? Y eso que sólo había visto el recibidor! Cómo sería el resto de la casa!

Me imaginaba una pareja de avanzada edad con hijos estudiando en las mejores universidades del mundo, quizás esta era la casa de algún magnate Madrileño o de algún heredero de la realeza, quien sabe... no sabía que pensar... y de pronto la voz áspera y seca del mayordomo me sacó de mi ensoñación : "pase por aquí" y con su brazo me hizo el gesto para que entrara en el salón principal de la derecha abriéndose la puerta ante mí.

Entré a un salón que perfectamente hubiera servido para celebrar una boda real, tenía una balcón lateral cubierto por cortinas que ondeaban al viento, y en el centro tenía una chimenea gigante que subía como una garganta que desembocaba en el techo, y allí estaba, un hombre, mirando la chimenea y de espaldas a mi, no podía verle pero sé que era joven, quizás fuera el hijo del dueño de la casa, no podía adivinarlo, me invadía la curiosidad, quería que se girara y salir de una vez por todas de la duda y el nerviosismo; ¿qué es eso? es red hot chili peppers, vaya.... la música que sonaba me hacía tener más curiosidad aún por la persona que me daba la espalda.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 1- El Viaje

La compañía de teatro a la que pertenecía había sido contratada para hacer una temporada de nuestra obra "Es peligroso salir al exterior" en Madrid, !no nos lo podíamos creer, por fin una gira! y aunque mi personaje era bastante pequeño, la ilusión y la alegría que tenía por esto no se podía comparar con nada. La compañía alquiló un autobús para el viaje y teníamos las primeras 2 semanas de alojamiento reservado en un hostal barato de Madrid.

Yo dejé mi trabajo de recepcionista y decidí que me dedicaría por completo a la compañía de teatro y que si las cosas no salían bien, volvería a buscar trabajo de recepcionista en otro sitio, total... recepcionistas siempre hacen falta ¿no?
El caso es que como yo ya no tenía trabajo, decidí coger mi coche e irme por mi cuenta a Madrid un par de días antes que el resto del equipo y hacer un poco de turismo.

Lo tenía todo preparado: un par de maletas livianas y pequeñas con calcetines, braguitas, sujetadores, faldas, medias, botas, camisetas, bufandas, guantes, un par de gorros y un par de chaquetas porque pasaríamos el otoño y quizás el invierno en Madrid, y por supuesto desodorante, cepillo de dientes y todas aquellas mascarillas capilares y potingues que no nos pueden faltar a las chicas.
Me subí a mi coche, puse el great hits de red hot chili peppers en el mp3 y me encendí un cigarrillo, empecé la marcha y salí de Barcelona con una gran sonrisa en los labios y mucho humo a mi alrededor de tantas caladas seguidas que le dí a ese pitillo por la emoción.

Siempre he sido muy patosa con la orientación, pero con el mapa y preguntando a la gente, seguro que llego a buen puerto, total, tampoco es tan difícil ir leyendo las señales, no?

Give it away, give it away, give it away now! mientras tarareaba esa canción que hizo saltar a la fama a los red hot chili peppers, yo estaba pensando en todas aquellas cosas que give away y dejé atrás en Barcelona, mi familia, amigos... una vida... y que ahora iba en camino hacia una nueva vida, aunque fuera temporal, pero era toda una aventura. En Barcelona compartía piso con una chica Islandesa encantadora llamada Björt, si si, parecido a la cantante pero terminado en T, y también con una chica Venezolana y un chico italiano, la verdad es que la convivencia estaba bastante bien aunque no faltaba la típica discusión porque alguien se había dejado los platos sin fregar de la noche anterior.
Cuando decidí dejarlo todo y venirme a Madrid, cogí mis pocas cosas y las dejé en el piso de mi madre y lo demás era lo que traía allí y llevaba en el coche conmigo.
No tenía novio, no tenía nada aparte de mi familia y mis amigos que pudiera dejar, así que con esa libertad me lancé al futuro incierto pero prometedor de mi nueva aventura.

Por cierto, soy Susana, tengo 25 años, mido 1,60, soy blanca de piel y morena de pelo: largo hasta un poco más abajo de los hombros y un poco flacucha, no tengo estudios universitarios pero he estudiado teatro toda mi vida y para mi eso vale más que cualquier carrera, fumo, bebo vino con la cena, soy miope de ambos ojos pero no mucho, y llevo gafas porque odio las lentillas.

Me quedaban menos de una hora para llegar a Madrid y mierda! me estaba quedando sin gasolina, como puede ser? a ver si encuentro una gasolineraaaa, como me voy a quedar tirada por aquí de noche? ¿ Cómo soy tan despistada que no me había dado cuenta? ...dream a Californication, dream a Californication oh oh... Otra vez red hot? voy a poner un poco de Keane.

Muy bien Susanita, no hay gasolineras por aquí, bien la has hecho eh? Dios mío que no llego a Madrid!!! así que se me ocurrió desviarme porque veía un caserón a lo lejos.

Cuando digo caserón, digo caserón! de cerca eso parecía una mansión, con un camino como entrada que bien podía ser un kilómetro y rejas tan altas que parecía la entrada al cielo, sólo faltaba que saliera San Pedro. Aparqué mi coche al lado de la reja exterior y piqué al interfono, me contestó una voz de hombre áspera y seca y yo le pregunté si tenían un poco de gasolina que me bastara para unos pocos kilómetros, pero la voz sólo me dijo : "pasa" y al momento se abrieron las puertas automáticamente.

Rojo con Sangre - Conociendo a los Vampiros

Crónicas.