lunes, 27 de octubre de 2008

Capítulo 2 Parte 7 - Productos Mágicos

Volví a mi casa lo más rápido que pude, esa tarde no tenía ensayo con el grupo de teatro y quería ojear el libro en la tranquilidad de mi habitación.
Cuando entré en la cocina para intentar darle algo nutritivo a mi estómago cerrado, encontré a Carolina sentada en la mesa del comedor con un café humeante y con una sonrisa maliciosa en la cara, tenía un sobre en la mano y a su lado reposaba un precioso ramo de rosas rojas que imaginé que eran suyas, hasta que ella dijo :
- Bueno, ¿Abres el sobre o que? tengo curiosidad - y un frío congelante recorrió mi cuerpo cuando intuí que pudieran ser de Alexandro.
Abrí el sobre y con temor comprobé su contenido, era un pentáculo.

Le dije a Carolina que necesitaba estar sola y me fuí casi que corriendo a mi habitación, ella vino a mi puerta e insistía en entrar y hablar conmigo, y aunque le prometí que hablaríamos más tarde, le rogué que me dejara sola que necesitaba aclarar mis ideas.

Alexandro tenía que haberme estado siguiendo, él sabía que había estado en esa librería y me había vuelto a dejar uno de sus mensajes enigmáticos. Abrí el libro y empecé a leer con voracidad, la verdad es que estaba todo bastante claro y he de reconocer que el tema de la magia despertó un interés especial en mí aparte de la necesidad de protegerme.

El libro explicaba que antes de hacer cualquier ritual era necesario hacer una iniciación y enumeraba una lista larga de objetos que necesitaría para montarme un altar y poder empezar con mi cometido. Necesitaría velas, incienso, una varita, un cáliz, una daga, gemas y un símbolo protector que era un pentáculo, y entonces comprendí porque se llamaba así la tienda y lo que significaba ese símbolo para la magia.

Los productos eran todos fácilmente conseguibles a un buen precio en un bazar chino y el pentáculo podría dibujarlo yo misma porque no pensaba utilizar el que me había enviado Alexandro junto con las flores.

Después de leer unos cuantos capítulos más del libro, decidí aprovechar lo que quedaba de tarde y salir a la caza de los productos mágicos.

Aproveché un momento en que Carolina estaba en el baño para salir del piso con sigilo, porque si me la cruzaba de nuevo y me pillaba desprevenida no conseguiría escaparme sin tener que darle unas buenas explicaciones.

Me urgía empezar cuanto antes con el ritual, estaba muy asustada y quería protegerme. Entré en el bazar chino y cogí un canasto, quería abastecerme lo máximo posible de los productos necesarios y empecé por las velas de colores y el incienso de jazmín y de sándalo. Cogí una copa verde oscura que podía hacer perfectamente las veces de cáliz y un cuchillo chino con un mango tallado con dibujos de dragones que podía servirme como daga. Me dí cuenta que tendría que volver al supermercado mágico porque aquí no podía abastecerme de todo, me faltaban las gemas, la varita y algún otro objeto que no podía fabricarme yo misma.

Ya era muy tarde para regresar a la librería-Supermercado y pensé en dejarlo para el día siguiente por la mañana.

Pagué los productos y al salir del bazar chino me encendí un cigarrillo, urgué en mi bolso para buscar las llaves del portal de mi edificio y justo cuando miré hacia la puerta para buscar la cerradura, encontré a Alexandro apoyado contra la pared contigua con expresión seria y misteriosa, no sabía si debía salir corriendo o enfrentarle, pero él se adelantó:

-Esta vez tenemos que hablar Susana- susurró y yo asentí como una tonta.

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