sábado, 18 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 6 - El Insomnio

Entré en la habitación de Isabela, me quité los zapatos y el vestido que volví a colgar en la percha, saqué de mi maleta un pijama y mi neceser con los potingues necesarios para limpiarme la cara y retirarme el maquillaje. Me quité la peluca y la puse cuidadosamente en la cabeza de plástico que reposaba serena en la estantería a la espera de su dueña y me quité el colgante del cuello.

Al final tendría que dormir allí, con las estatuas de cera que parecían más reales ahora después de todo el vino que había consumido aquella noche y me pareció que ahora ya no me importaba que me mirasen, me metí entre el edredón de la cama, suspiré profundo e intenté conciliar el sueño.

No podía dormir... sencillamente no podía, daba vueltas para un lado, daba vueltas para el otro, me ponía boca arriba y boca abajo pero no había manera de dormir, sólo podía pensar en Alexandro y en aquel beso apasionado que nos dimos, ohhh besaba tan bien, sus labios eran suaves y el ritmo de su beso perfecto. No todos los hombres sabían besar tan bien como Alexandro, me preguntaba como sería en la cama y me sonrojé al descubrirme a mi misma teniendo fantasías sexuales con él.

La noche pasó lenta, yo no podía dormir, estaba sumida en un bucle de pensamiento que me llevaba una y otra vez al mismo sitio: el momento del beso con Alexandro. Lamía mis labios y aún conservaba un regusto a sangre sutil que embriagaba todo mi ser.

Cuando empezaba a aclarar la mañana del día siguiente, pude conciliar un sueño superficial y algo reparador, pero pronto estuve despierta y lista para darme un buen baño.

Me levanté, me dí un baño leve en la bañera y me puse una falda corta, una camiseta de tirantes ajustada y mis converse, arregle mi pelo para que ondeara tranquilamente y salvaje y me puse un poco de brillo de labios. Esta vez no me iba a pillar desprevenida y quería ponerme muy guapa para Alexandro. La verdad es que no soy de esas chicas que se maquillan y se ponen camisas que marquen escote, soy una chica bastante natural y quería explotar esa faceta de mi personalidad de la mejor manera posible para causar la mejor impresión.

Tenía los labios un poco hinchados por el beso salvaje de la noche anterior y no sabía como iba a disimular semejante hecho. Bajé por la escaleras enormes y luego ya no sabía a donde dirigirme. Eduardo llegó a mi encuentro y me dijo que el señor Alexandro me esperaba en el Jardín. Pero le pedí a Eduardo que me llevara porque el Jardín era muy grande y no sabía como llegar hasta el yo sola.

Eduardo me llevo hasta donde estaba Alexandro y se marchó. La mesa tenía pastelitos, fruta, huevos, tostadas, mermelada y quesos, también había café, zumo de naranja y té. Alexandro estaba maravilloso, fresco como en el momento en que le conocí y llevaba el pelo recogido en una pequeña coleta. Sonrió y me dijo que tenía los labios muy grandes, yo me sonrojé. Desayunamos con tranquilidad y el sol acariciaba nuestros rostros con una dulzura sobrecogedora.

Le pregunté a Alexandro por su padres y me dijo que hacía muchos años que habían muerto, el vivía allí solo y su hermana vivía en Londres. Me contó que tenía una empresa de embutidos y que su hermana era escultora.

Me dijo que si yo quería esa misma mañana Eduardo podría llevarme a Madrid y que harían llegar mi coche cuando consiguiera gasolina, yo ya ni me acordaba el motivo por el que estaba allí, me había olvidado completamente de mi viaje, Madrid, el grupo de teatro, todo! porque solo podía pensar en el chico que tenía delante.
La verdad es que no quería irme aún y no sabía como decírselo, pero el se apresuró a decir que me podía quedar el tiempo que quisiera y yo le dije que si.

Alexandro se tenía que marchar, pero de seguro no me aburriría durante su ausencia, la casa tenía piscina, jacuzzi, un jardín precioso y seguramente muchas más cosas de las que yo aún no había tenido el placer de conocer. Decidí dar un paseo y luego me bañaría en la piscina.

Después de que Alexandro se marchara, yo quise conocer un poco mejor la casa y me dirigí a la planta de arriba a ver que me encontraba y cuando vi el largo pasillo supe que allí me perdería fácilmente, pero la curiosidad de ver lo que había en medio de las tinieblas del fondo del pasillo me invadía...

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