domingo, 19 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 8 - La Huida

Volví a retomar la carretera principal y me dirigí rumbo a Madrid, no paraba de temblar y de fumar, no entendía nada de lo que había visto, buscaba explicaciones en mi mente pero no sabía como explicar todo aquello, a lo mejor no era para tanto, quizás simplemente todo tenía una explicación y yo no había esperado a recibirla de los labios de Alexandro.

Pero alguien que miente para retener a una persona en su casa y embotella sangre con etiquetas de vino en la bodega de su casa, es desde luego una persona extraña que no puede traerse nada bueno entre manos.
Estaba recapitulando conversaciones con Alexandro para encontrar algo a lo que agarrarme. Recordé que el me dijo que tenía una empresa de embutidos y se me pasó la retorcida idea por la cabeza de que quizás guardaba la sangre de los animales que sacrificaban en su empresa. Pero... ¿Para que fin tendría que hacer aquello?
Porqué Eduardo se puso tan agresivo cuando intenté entrar a la habitación aquella con la puerta roja? Acaso escondía algo tras esa puerta? Todo era demasiado raro.

También llegué a pensar que traficaba con órganos humanos o sangre o humana o a saber que clase de mafia tendría montada... y como si mi mente no hubiera trabajado ya lo suficiente como para inventar explicaciones rocambolescas y absurdas, se me ocurrió pensar que probablemente Alexandro era un Vampiro que se alimentaba de sangre. Por primera vez en medio de mi aturdimiento solté una carcajada y me reí de mi misma y de mis ocurrencias, ¿un vampiro? jajajaja pero si los vampiros no existen! Además yo había visto a Alexandro comiendo comida normal y había desayunado con él bajo el sol cálido de la mañana y se supone que los vampiros no tolerarían nada de todo aquello por su naturaleza nocturna y sanguinolenta.

Empecé a calmarme y a ver todo lo que me había pasado en la noche anterior como un sueño extraño que dejaba atrás entre neblina. Tendría que olvidarme de Alexandro y enfocarme en lo que realmente me ocupaba: llegar a Madrid, alojarme y centrarme en la obra y en el grupo de teatro.

Entré en Madrid y consulté mi mapa de la ciudad para buscar las calles que me conducirían al Hostal. Estaba agotada, apenas si había dormido unas escasas dos horas y tanta emoción y nervios habían desgastado mi energía y mis baterías.

Encontré el Hostal, dejé mi coche en el parking contiguo, saqué mis maletas y fuí a registrarme con urgencia, saqué una barrita de chocolate de la máquina de chuches del Hostal, la ingerí con avidez y me fuí a la habitación para poner mi vida y mis ideas en orden.

Deshice las maletas, me puse el pijama y me metí en la cama. Me costaba conciliar el sueño porque tenía miedo de que Alexandro pudiera encontrarme, pero después de darle vueltas a todo lo sucedido, pensé que el sólo sabía de mi que me llamaba Susana, que era actriz y que venía de Barcelona, además Madrid era muy grande y seguramente habrían cientos de Susanas. Así que me puse boca a abajo y me dormí enseguida, tan profundamente que dormí a pierna suelta durante toda la tarde y la noche seguidas.

Me levanté al día siguiente ansiosa por reencontrarme con mis compañeros del grupo de teatro, estaba dispuesta a olvidar el pasado y disfrutar de mi nueva vida desde el principio.

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