miércoles, 22 de octubre de 2008

Capítulo 2 Parte 3 - Halloween

Había pasado más de un mes desde la partida de Xavier a Barcelona. Todo quedaba ya recordado como un mal sueño y Xavier había iniciado de nuevo su vida en Barcelona sin problemas.

La temporada con la Compañía de teatro iba de maravilla y nos habían contratado para toda la temporada de invierno. Cumplimos nuestros planes de alquilar 2 pisos y quedamos repartidos de la siguiente manera: en nuestro piso convivíamos Carolina, Neus y yo y en el otro piso Carlos, Joan y Berta. Fernando no vivía con nosotros porque él era de Madrid y vivía aún con sus padres, pero venía tanto a visitarnos que parecía que viviera con nosotros.

De Alexandro no volví a tener noticias, pensaba en él pero sabía que no me convenía y creí que lo más inteligente por mi parte sería olvidarle para siempre e intentar conocer a otra clase de chicos para iniciar una relación de pareja.

La asociación que nos había contratado contaba con buenos contactos en el Ayuntamiento y en la ciudad y nos dieron entradas para un gran acontecimiento de Madrid, la fiesta de Halloween del gremio de actores de Madrid. Era nuestra presentación en sociedad y teníamos que estar a la altura de las circunstancias.

La fiesta era temática, y consistía en un baile de disfraces y máscaras de Venecia, así que alquilamos unos trajes en una tienda y nos fabricamos unas máscaras con plumas que quedaban muy aparentes.
Las chicas llevábamos vestidos largos y abombados, con unos corpiños que nos dejaban sin respiración, llevábamos pelucas con imposibles moños y joyas de fantasía que parecían demasiado reales, los chicos llevaban esmoquín y sobreros de copa y todos con nuestras máscaras nos plantamos en la fiesta con un porte y elegancia que no desentonábamos en semejante evento.

La fiesta era en un palacio público preparado para la ocasión, habían camareros con bandejas llenas de Champagne y vino y canapés de todos los colores y de todos los sabores, la música provenía de una orquesta clásica ceremonial y las luces tenues daban un ambiente romántico tal al recinto que parecía que estuviésemos en la Venecia misma en el siglo XVII.

Todo era encantador, el vino corría por mis venas como si fuese la sangre misma y los bailes de salón se me antojaban fáciles entre parejas formadas con unos y otros como si fuese un compás aprendido desde el nacimiento.

La ansia del vino me llevó al fondo del salón para buscar entre la barra libre el santo Grial, el maravilloso elixir de Baco y saciar mi sed de uva fermentada pero antes de llegar a acercar la copa a mis sedientos labios noté un toque en mi hombro que me hizo girar en ángulo perfecto y encontrarme cara a cara o mejor dicho máscara a máscara con él. Alexandro me miraba fijamente, sonrió, me cogió por la cintura y me besó.


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