sábado, 18 de octubre de 2008

Capítulo 1 Parte 5 - La Fiesta

Cuando me eché los últimos vistazos en el espejo, salí de la habitación para dirigirme a la fiesta, vi que la habitación de ella no era la única que había en aquel sector de la casa, ya que hacía el fondo de un largo pasillo se extendían innumerables puertas que debían pertenecer a diferentes habitaciones, me preguntaba que cuál de todas aquellas puertas podría ser la de la habitación de Alexandro, ¿Cómo sería su habitación? tenía mucha curiosidad.
Bajé la interminable escalera y me dirigí a la entrada donde un par de horas atrás había conocido a Alexandro. En el recibidor estaba Eduardo y me dijo que entrara de nuevo al salón de la derecha donde estaría Alexandro esperándome.

Alexandro llevaba un perfecto esmoquín que le quedaba como un guante, su pelo estaba suelto y caía libremente sobre sus hombros y entonces pensé que estaba delante de un caballero de novela romántica al que sólo le faltaba un fantástico carruaje esperando en la entrada para llevarnos al país de las maravillas, la verdad es que me sentía como cenicienta, pero no quería que llegarán las 12 de la noche y que todo aquel hermoso sueño se esfumara.

Alexandro me hizo un repaso con la mirada de arriba a bajo como si fuera un escaner escudriñador, sonrío y me dijo que estaba preciosa. Yo le dije que esperaba que no le molestase que me hubiese puesto una de las pelucas de su hermana, pero el dijo que había actuado correctamente porque estaba preciosa y hoy sería su pareja en la fiesta.

Me ofreció una copa de vino que yo bebí con esmero y me cogió del brazo para cruzar la estancia e ir al salón de la izquierda que era donde se encontraban los invitados.

Al llegar allí, encontré cientos de aristócratas fumando, bebiendo, charlando y riendo como si de un club elitista se tratara, la verdad es que Alexandro era el hombre más guapo de toda la fiesta y según palabras de Alexandro yo era la mujer más guapa de todas.

Me armé de toda la educación de la que mis padres me inculcaron y me comporté como una señorita de sociedad comentando con los invitados diferentes temas culturales, hablamos de cine, de ópera, de conciertos, teatro, música y hasta de política, y al parecer no lo estaba haciendo nada mal porque Alexandro parecía orgulloso por estar conmigo ante aquellas personas.

Tuve el honor de conocer al mejor amigo de Alexandro, Arturo que estaba con su esposa Eleonor y pasamos un rato agradable charlando de nimiedades y haciendo bromas como si nos conociésemos de toda la vida.
Arturo preguntó a Alexandro por su hermana y este le contestó que se encontraba estupendamente y de que estaba saliendo con un chico Londinense allí en Londres donde vivía actualmente.
Eleonor me contó varias cosas de Isabela la hermana de Alexandro, me contó que era una mujer intrigante y espectacularmente preciosa que no podía pasar desapercibida en ningún lugar al que pudiera ir.
Alexandro y Arturo se ausentaron un rato y yo que me quedé charlando con Eleonor, bebí bastante y la verdad es que me lo estaba pasando de maravilla.
Le conté a Eleonor que venía a Madrid por lo de la obra de teatro y le conté detalles de mi vida en Barcelona, Eleonor me contó que ella era diseñadora de modas y que Arturo era dueño de una multinacional muy importante en el país. Definitivamente me sentía como cenicienta entre aquellas personas de clase alta.

Al cabo de un rato regresaron Alexandro y Arturo y Alexandro me dijo que me quería enseñar un sitio muy bonito de su casa, así que nos disculpamos ante los invitados y nos retiramos.
Alexandro me llevó al Jardín, y más fue mi sorpresa cuando vi aquella enorme fuente empotrada en la parte trasera de la casa, era una réplica exacta de la Fontana de Trevi de Roma! tenía unas estatuas preciosas y perfectamente torneadas, el agua caía como si de un manantial se tratase, y estaba toda envuelta en luces que reflejaban en el agua como si fuesen estrellas que nacieran del fondo de aquella mágica fuente.
Alexandro puso su mano en mi nuca y la subió por entre los cabellos, luego tocó mi cuello con tanta pasión que creí que me iba a desmayar de deseo, sentí un relámpago de adrenalina que cruzó mi cuerpo de arriba a abajo en un santiamén y mi corazón latía tan fuerte que temía que el pudiera escucharlo y dejarme en evidencia por lo nerviosa que estaba.

Me miró a los ojos y me dijo: Me encantas Susana, cuando te vi no sé que tenías pero me cautivaste, estabas tan bella que te veía como si estuvieras rodeada de rayitos de luz, te necesito, tienes que ser mía, y sin más preámbulos me besó.

Dios mío! ese beso fue el mejor beso de mi vida, era como si estuviera viendo estrellas en el firmamento y me estuvieran fulminado, me puse helada en el momento y no podía apartarme de su cuerpo ni un instante, ni un milímetro, nos besamos tanto, que nuestro beso se empezó a convertir en un beso más violento, un beso apasionado y voraz, nos mordíamos el uno al otro como si quisiéramos fusionarnos y ser uno solo, como si no quisiéramos separarnos nunca más.
Empecé a sangrar un poco pero no nos importó y seguimos besándonos un poco más, la sangre hacía que ese beso supiera diferente, era un beso rojo que yo esperaba que nos uniera para siempre.

Después de controlarnos un poco, decidimos volver a la fiesta, al regresar nos sorprendió ver que la gente estaba alrededor de una chica y no paraban de murmurar en un nerviosismo colectivo, al parecer la chica se había cortado un poco en la mano accidentalmente y no paraba de sangrar. Pero ¿cómo era posible? ¿Cómo pudo haberse cortado? ella decía que quería cortar un hilo que le colgaba del vestido y que cogió uno de los cuchillos y no supo calcular bien el movimiento y se cortó, parecía increíble! Eduardo le vendó la mano y la chica junto con su amiga se despidieron y se marcharon de la fiesta.

La fiesta continuó hasta la madrugada y los invitados fueron marchando poco a poco hasta que sólo quedamos Alexandro, Arturo, Eleonor y yo en una pequeña reunión privada. Charlamos y bebimos un poco más, Arturo y Eleonor se marcharon posteriormente y nosotros nos fuimos a dormir. Si si, a dormir! Alexandro es un caballero y me acompañó hasta la habitación de su hermana para despedirse como un atento y respetable caballero andante.

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